la ciudad y los días

Carlos Colón

Esa España inferior

LA desesperación saca lo peor de los buenos y lo más abyecto de los malos. La desesperación del PSOE por su fracaso en la negación -primero-, disimulo -después- y gestión -por fin y a la fuerza- de la crisis, su incierto futuro electoral que le obliga a exhibir las marchitas estrellas de su pasado, su humillante necesidad de invisibilizar a Zapatero y presentar a Rubalcaba como si viniera de la oposición, está sacando lo peor de los buenos y lo más abyecto de los malos.

Y lo está haciendo con tanta fuerza que ha logrado convertir al machadiano e inteligente Alfonso Guerra en algo parecido al colaborador de un programa de telebasura. La abejita de afilado aguijón que pintaba el gran Peridis metamorfoseada en un torpe y ruidoso moscardón. Juan de Mairena convertido en Don Guido. Los ingeniosos consejos, sentencias y donaires del "yo filosófico" de don Antonio Machado degradados a groseros comentarios de señorito de casino. "Dicen que [la juez Alaya] tiene una relación especial con algún partido político. Pero yo no lo sé… Parece que hay una relación fuerte personal de la juez y del alcalde de Sevilla; parece que alguna cuestión curiosa tuvieron…", ha asegurado Alfonso Guerra "provocando murmullos en la sala" según la información de El País.

Dicen, parece… Chismes de señorito de casino más propios de "que ora y bosteza, vieja y tahur, zaragatera y triste... que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza" que de la España regeneracionista de Machado y del PSOE de Pablo Iglesias renovado en Suresnes por Felipe González, Alfonso Guerra y Manuel Chaves. Treinta y siete años más tarde Guerra ha dicho lo que ha dicho y Chaves ha añadido, al comentar sus palabras, que la juez que investiga la presunta trama de corrupción de los ERE está "en plena campaña electoral". La cosa tiene el aire rancio -muy de las atmósferas de El clavo de Alarcón- de la hostilidad de los señoritos de casino contra el nuevo juez que al llegar al pueblo desentierra cuestiones que hubieran preferido siguieran enterradas.

Un aire tan rancio que en su nota de apoyo a la juez Alaya el Consejo General del Poder Judicial, además de deplorar la invasión de la esfera personal a través de "descalificaciones -veladas o explícitas- que atentan contra el respeto que merece la dignidad personal constitucionalmente garantizada", añade que el rechazo a estas declaraciones debe ser aún "mayor" cuando, como en este caso, "contienen insinuaciones claramente vejatorias por la condición de mujer" de la magistrada aludida. El vano ayer y el chusco hoy del PSOE están engendrando su mañana vacío.

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