la ciudad y los días

Carlos Colón

La España del señor Valdemar

TODOS roban probada o presuntamente. La sinvergonzonería, el latrocinio, la carencia de ética y de escrúpulos vagan por España como la muerte en las alegorías medievales o barrocas, igualando en una danza desmoralizante a políticos y empresarios, burgueses y parientes de las más altas familias, chóferes y banqueros, chinos y españoles. Este país nuestro se está agusanando, descomponiendo, pudriendo. Es el país del señor Valdemar, el personaje del relato de Poe que se queda suspendido entre la vida y la muerte para al final, cuando intentan despertarlo, pudrirse en un instante convirtiéndose "en una masa casi líquida de odiosa y repugnante podredumbre". Al señor Valdemar le pasaron estas cosas tan desagradables porque lo hipnotizaron cuando se estaba muriendo. Quién sabe lo que ha pasado con España. ¿Estaba hipnotizada, como Valdemar, y se creyó viva cuando estaba muerta (o, lo que es peor, ni viva ni muerta), europea cuando seguía siendo ese apéndice transpirenaico poblado por pícaros y malandrines, democrática y moderna cuando seguía siendo el país cateto de los políticos pancistas, los estraperlistas y los nuevos ricos de los aiga? ¿O acaso es que siempre fuimos así y cabalgábamos la europeidad y la modernidad tan engañados como Don Quijote y Sancho sobre Clavileño?

La crisis parece haber desatado todos los demonios ancestrales, despertando de su sueño a este país nuestro que, incauto, creía haberse liberado de ellos para siempre. Es imposible hablar del último escándalo porque antes de acabar de hacerlo ya ha estallado otro que lo ha convertido en penúltimo. Por ahora el de Ángel de Cabo, Gerardo Díaz Ferrán e Iván Losada es el último, aunque probablemente sea el penúltimo cuando ustedes lean estas líneas. Afecta a un ex presidente de la CEOE que recomendaba trabajar más y cobrar menos para afrontar la crisis. Así se moraliza el país. Gente de gran clase a la que se ajusta la descripción que Dickens hizo del señor Dombey: "Era uno de esos financieros siempre recién afeitados y elegantes, relucientes de pies a cabeza, quienes, al menor movimiento, crujían como un billete de Banco nuevo en la mano que lo aprieta". Le precedió el escándalo de Sabadell, que afecta a altos cargos del PSOE. Y mientras tanto siguen sonando la Marcha de pompa y circunstancia del caso Nóos o la charanga de los ERE, con el secreto de sumario prorrogado un mes para investigar a "personas físicas y jurídicas no imputadas pero sí relacionadas con actividades de los imputados". Ya veremos qué pasa. Lo dicho: la danza de la corrupción y el latrocinio igualando a todos como antes lo hacía la de la muerte.

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