EN el estreno del nuevo programa de la Defensora faltaron energía, garra, fuerza. Asistí a la primera entrega del RTVE responde de Carmen Sastre con idéntico interés al que me habían suscitado los anteriores. Cada maestrillo tiene su librillo, y desde luego que la nueva Defensora no tiene por qué imitar las formas ni el estilo de Elena Sánchez Caballero. Cada cual es muy libre de expresarse como quiera.

Pero las cosas como son. Será porque Elena nos acostumbró durante seis años, que son muchos, a ese 'pressing' al que te someten los comunicadores que te agarran por el cuello y no te sueltan, pero el estreno de la nueva Defensora nos supo a poco. Y conste que buena parte de la culpa no fue de ella, sino de los dos cargos directivos que la acompañaron a la mesa. Carlos Mochales y Fernando López Puig, responsables de los programas y de las ficciones de TVE, respectivamente, estuvieron sosos, blandos, demasiado pasivos. De acuerdo que aquello no era una fiesta de Nochevieja. Pero de lo que se trataba era de dar la cara por la cadena pública, de dejarse la piel defendiéndola y de dar hasta la última de las explicaciones ante las sugerencias de los espectadores. Desde luego que no las vimos. Mochales y Puig dieron una imagen de desgana. Ni siquiera cuando se les pusieron sobre la mesa temas tan sugerentes como aquellas langostas que fueron 'asesinadas' en primer plano en Masterchef o el hecho de que la espléndida Los misterios de Laura vaya a ser estrenada en versión USA antes de que TVE dé señales de vida sobre una posible nueva temporada, variaron un ápice de sus rostros. ¿Dónde quedó su entusiasmo por la TV pública? ¿Dónde la pasión?

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios