DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Exceso de barandas en un partido de fútbol

En la foto oficial del encuentro en la Cartuja había más gente que en la antepresidencia de una cofradía de barrio

El partido de la selección española celebrado el martes en el Estadio de la Cartuja no sólo fue un éxito por los seis goles del equipo nacional ante los germanos. También lo fue por otra razón que no tiene nada que ver con el uso del coliseo como sede muy esporádica de competiciones internacionales, pues se trata de un edificio condenado a criar jaramagos mientras que los clubes de fútbol de la ciudad no lo usen de forma periódica. El verdadero éxito radicó en dejar gente fuera al mismo tiempo que muchos barandas tuvieron el privilegio de asistir en el palco y se jactaron de haberlo hecho en las fotos oficiales, provocando el incendio en las redes sociales, que ya de por sí son siempre un pajar con un chimpancé que se acerca alzando un mechero.

La fotografía de las autoridades en el antepalco provocó airadas reacciones entre quienes señalaban el exceso de asistentes en localidades privilegiadas. No creo que nadie pueda discutir la presencia de un mínimo de representantes públicos en un acontecimiento deportivo con carácter oficial, aunque se trata de un torneo menor creado para hacer caja con los derechos de las televisiones. Un Carranza o un Colombino tienen mucha más solera que esta denominada Liga de las Naciones.

Sí convendría que los barandas de hoy tuvieran claro que cuando se le piden sacrificios al pueblo, los primeros que tienen que dar ejemplo son ellos. El estadio se hubiera llenado en condiciones normales, luego cabe deducir que la asistencia al partido era un verdadero privilegio. Aunque sea por una cuestión de mero marketing, el denominado Gobierno del cambio debe cuidar más que nadie la estética, que rima con ética. El exceso de representación suena a cruz de mayo con todos los niños queriendo empuñar una vara. El fútbol vertebra esta ciudad como sólo lo hacen las cofradías. Pero en época de pandemia uno espera actitudes intachables. No es de recibo una foto oficial con más gente que la antepresidencia de una cofradía de barrio.

El próximo domingo es posible que nos sigan mandando a casa a las diez de la noche y que los bares sigan echando la persiana a la seis de la tarde. Se está multando a negocios por cerrar con diez minutos de retraso. Nuestros barandas deberían guardar cuando menos cierto decoro. Por una cuestión de respeto a quienes lo están pasando mal. Por no parecer alejados de la realidad, como tantas veces se les reprocha a los dirigentes públicos. Por no perder la imagen de sintonía con el común de los mortales. Si exigen comprensión, deben ser comprensivos. Si exigen disciplina, deben ser ejemplares. Es sencillo.

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