Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Exceso de cupo

No hay ninguna hucha donde se hayan guardado nuestras cotizaciones, con éstas se pagan a los jubilados actuales

De la cuna a la sepultura, fuimos los que sobrábamos, la generación del baby boom es la del overbooking, la de los 41 ó 42 chavales por clases en los cursos de la EGB, la que se sentaba en los escalones de las aulas de la facultad porque no había sitio. La que se crió con el desempleo perenne como la de ahora crece con internet, la de aquellas larguísimas esperas para que te viese el médico del seguro. Por sobrar, sobrábamos hasta en la mili, lo nuestro ha sido como un exceso de cupo permanente. Y, ahora, compañeros y compañeras, adoradores del Tigretón, del trompo y del UHF se aproxima lo peor, hay que meter la pirámide por la base dentro del embudo.

Los jubilados del ahora se manifiestan porque no quieren que la paga se consuma con la inflación, se plantan ante el Congreso, se pegan con los policías, gritan que son pensionistas y no terroristas y claman por unas pensiones dignas. Oiga, yo las firmo, porque de lo que se trata es que el sistema siga siendo satisfactorio dentro de 20 ó 30 años y, de momento, esto no está asegurado, porque incluso en tiempos de bonanza como los actuales, del sistema sale más de lo que entra.

La generación del overbooking debe tener, al menos, el derecho a saber qué ocurrirá cuando se jubile; el Pacto de Toledo no puede ser una trola como la del pleno empleo, proclamado en España en los años previos al fatídico 2007, ni una nueva carta a los Magos de Oriente. No hay sistema público de pensiones que soporte dar cabida a tantas peticiones con una pirámide de población que ha convertido su vértice en una meseta tan plana como la Mancha.

Nicolás Redondo, entonces líder de la UGT, votó en contra desde su escaño de diputado contra la primera reforma de las pensiones de Felipe González, fue muy digno y es cierto que eso significó una reducción de las pagas a largo plazo, pero sin esos cambios, y muchos otros que vinieron después, el sistema no hubiera aguantado estos 40 años ni la terrible crisis pasada. No es cierto que los pensionistas hayan sido los más perjudicados, no. Han sido la tabla de salvación de muchas familias, pero la crisis no se ha cebado con ellos. Ni siquiera cuando Zapatero las tuvo que congelar. A la inmensa mayoría de los trabajadores le recortaron sueldos, cuando no, los perdieron.

Y créanme, no hay ninguna hucha donde se han ido guardando todas nuestras cotizaciones, con éstas se pagan a los pensionistas actuales, lo único -y mucho- que nos queda es el derecho a cobrarlas.

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