Pretendidamente a cencerros tapados la exhumación de los restos de Franco, el resultado está siendo diametralmente opuesto. Se anuncia para mañana con toda clase de vetos y de prohibiciones que hacen que se dispare la concupiscencia y suba la expectación. Cuarentaicuatro años después del cierre de un capítulo de la Historia de España, ese tiempo se reabre para que el fin sea el de refrescar una memoria que estaba en el olvido cuando la reconciliación parecía consolidada y hasta Santiago Carrillo podía volver a Paracuellos sin necesidad de peluca. Mañana es el día D, ese día en que parece como si la izquierda hubiese recobrado la posibilidad de ganar una guerra que no ganó. Y todo este aquelarre se daría por bueno si sirviera para que bajase el número de parados y para que la caja de la Seguridad Social no tuviera las telarañas que ahora tiene. En fin, qué tapadera.
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