FERIA Tiempo Sevilla | Este martes se espera que sea el día más caluroso en la Feria

Familia y cofradías

Allí donde está un cofrade hay detrás una familia que un día ya lejano le marcó el camino

El domingo más esperado en la puerta de San Juan de la Palma, un veterano cofrade me contaba su ilusión porque este Lunes Santo en la parroquia de San Andrés se vería por primera vez encabezando tres generaciones de nazarenos de Santa Marta; apenas un rato más tarde, era aquel maniguetero de la Virgen del Subterráneo, reciente abuelo, quien me saludaba jubiloso en la calle Gerona con su nieto rubio en brazos, mientras el palio más romántico del día se perdía bulla abajo buscando el cobijo de los naranjos de Doña María Coronel; ya bien entrada la noche, la foto sonriente en el móvil de mi ahijada era la más viva expresión de ese orgullo infantil y nazareno, que todos hemos vivido alguna vez, después de haber completado entera su primera estación de penitencia con la cofradía del Porvenir.

Cualquiera podría ampliar esta pequeña muestra de entrañables situaciones, porque allí donde está un cofrade hay detrás una familia que un día ya lejano le marcó el camino por donde ha transitado su relación, más o menos visible, más o menos intensa, con la Semana Santa, que es casi tanto como decir su relación con la Ciudad. Si todavía hoy día nuestra fiesta mayor sigue conservando el vigor de sus mejores tiempos, y gente de toda condición se echa literalmente a la calle cuando lo mejor de nuestra tradición popular los llama, posiblemente sea porque todos, aun en el más escondido de los recuerdos, guardan en su memoria la figura imponente de aquel padre saliendo de la casa con la túnica y el antifaz puestos, la de aquella madre cosiendo afanosamente la cruz granate de Santiago al antifaz, o tal vez conservan aún aquella foto de la Virgen de la devoción de su familia que la abuela alguna vez se la dio a besar. Es ese enganche entre la familia y la cofradía el que hace que estemos ante una fiesta intemporal e inabordable, pues en estos tiempos líquidos pocas cosas más sólidas hay que lo construido sobre los pilares de fe, el corazón y la memoria.

También yo revalidaré hoy la tradición familiar de cada año acompañando a la Virgen de Regla otro Miércoles Santo con los míos, como en su día otros lo hicieron. Y cuando al final de la calle Cuna esta noche vea perderse el paso grande ante el clamor de la muchedumbre, plumas, olivo y tea, volveré a recordar la ilusión del niño de pisar por fin el suelo de la capilla, signo inconfundible del deber cumplido. Hoy como hace cincuenta años.

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