La ciudad y los días

Carlos Colón

Fanfarria azul y plata

SUENAN desde las cuatro caras del campanario de la Giralda las trompetas y los timbales, arrastrando tras ellos a los violines, violas, violoncelos, oboes, flautas traveseras y fagotes; hasta que estallan los dos coros, cantando: "¡Alegraos! ¡Exultad! ¡Celebrad estos días, glorificad lo que ha hecho el Altísimo! ¡Abandonad vuestros miedos, cesad de lamentaros y unid vuestras voces para cantar con alegría y júbilo! ¡Servid al Altísimo con coros de gloria! ¡Adoremos y celebremos el Nombre del Señor!".

Y el redoble de los timbales, las fanfarrias de las trompetas, el canto de las cuerdas, el vigor de los metales, la dulzura de las maderas y las voces de los dos coros del Oratorio de Navidad de Bach llegarán desde la Giralda hasta la ensimismada Cieguecita, haciendo más luminosa su contenida sonrisa; hasta la casita en la que hoy recibe esa divina y menuda vecina del Postigo a la que llaman Pura y Limpia; hasta la Sala Gótica del Alcázar, en la que ya casi no quedarán dulces de la cocina de los ángeles. Volverán la cabeza al oírlas las figuritas que en la plaza de San Francisco esperan compradores que los lleven a sus mundos de corcho, aserrín, ríos de espejitos y cielos de papel azul con estrellas de plata. Y se unirán a ellas el canario capuchino de esa barroca cueva de Belén que es la capillita del Señor San José, y el canario franciscano de San Buenaventura, y los pájaros seglares que llevarán el canto de árbol en árbol, de plaza en plaza, hasta llegar a San Lorenzo exigiendo las alfas, las omegas y las lacerías neomudéjares de la túnica persa que reviste de Epifanía al Señor de Sevilla.

Porque hoy, día de la Inmaculada, la Navidad sienta plaza de asedio ante las puertas de Sevilla, esperando que dentro de diez días la Esperanza baje de su altar para abrirle las puertas del Arco con esas manos suyas que quitan toda pena y curan toda herida. Entonces, el 18 de diciembre, la Navidad bajará por Feria, se arremolinará en San Juan de la Palma, embocará la estrechez de Regina rugiendo de panderetas, zambombas, triángulos, bocas de cántaros tocadas con alpargatas y cucharas raspando botellas de aguardiente, se desbordará en la Encarnación como si aún buscara el viejo mercado, y los puestos de pavos, y las luces de colores de los escaparates de Los Lobitos, y las torres de cajas de mantecados de Casa Sosa, y el cerdito vivo de la semillería, hasta alcanzar ese corazón de la Navidad sevillana que es la calle José Gestoso.

Suena el Oratorio de Navidad de Bach sobre Sevilla en este día al que ni la lluvia ni las nubes le pueden quitar su inmaculada luz azul y plata.

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