ESTALLA en Nervión un partido de fútbol con un considerable contenido. Aunque las distancias entre este Sevilla y este Athletic Club son siderales, el hecho de que estemos en la antesala de la final de Copa y también el historial copero del que fue rey de copas en nuestro fútbol hacen que esas distancias se acorten hasta hacer interesantísima la cita. Era siempre un Sevilla-Athletic Club -o Atlético de Bilbao, que es como se llamaba cuando era realmente fuerte- un clásico en nuestro programa de actos que fue languideciendo por el propio proceso de un club, el vasco, hipotecado por el insignificante banco en que pesca.

Y hoy se recuperan ciertas esencias para que el choque entre sevillistas y otrora leones cobre algo de la importancia que tuvo. Y esas distancias que se acortan por los efectos sentimentales de la cita, con el Bocho enardecido ante el olor a final, siguen acercándose por lo más reciente de ambas trayectorias. Viene el Sevilla de dos tropiezos consecutivos jugando en superioridad numérica y arriba Athletic Club después de una brillante actuación donde cayó el Sevilla, Gijón, y de remontar épicamente un marcador frente a un Málaga que en su momento ganó en el Sánchez-Pizjuán. Datos para que esta ida de semifinales gane en igualdad y, claro, en incertidumbre.

De todas formas son elucubraciones al calor de lo de esta noche en el coliseo de Dato. Viendo la más clara realidad, no hay quien dude de que este Sevilla es bastante más fuerte que este Athletic por muy crecido que llegue. También la presencia de Joaquín Caparrós, con su sangre roja y su comunión con todo lo que huela a Sevilla Fútbol Club, le añade química a la confrontación. Todo eso es así, pero es el Sevilla quien parte de favorito, sobre todo porque es mejor y aunque no está Luis Fabiano sí se cuenta con ese milagro llamado Kanoute sin olvidarnos de lo que Navas y Capel pueden liar por los costados. Apueste por el Sevilla, no se equivoque.