Nueva suspensión y lo que te rondaré, carnes mías. Esto no tiene visos de mejoría y otro motivo para la ilusión que se va por este voraz sumidero de desdichas que nos ha traído el coronavirus y la madre que lo trajo. Acongojados por lo poco posible que resulta la celebración de la Cabalgata, ahora nos soplan que tampoco habrá Feria del Libro mientras se alinean los planetas en contra nuestra a fin de que nada de lo ilusionadamente esperado se dé. La Feria del Libro se trasladó de fecha pensando en que el verano acabaría con el bichito, pero el verano no sólo no lo ha erradicado, sino que parece ser que lo ha revitalizado de tal forma que la sombra de un nuevo confinamiento revolotea sobre nuestras cabezas. Un revoloteo que parece una espada de Damocles que no nos abandona. Con lo bien que lo pasábamos en aquellas tertulias inesperadas en la Plaza Nueva...