Arriada que sea la persiana con el rito de los fuegos de artificio, para el recuerdo una Feria distinta en su continente pero idéntica en su contenido. Claro que sin nada que ver con aquella Feria que propaló el nombre de Sevilla por todo el globo terráqueo. Esta Feria que hoy echa el telón ha sido la más larga de la historia y con unos dientes de sierra que combinaban los llenazos de domingo y lunes con la desertización que se produjo en la noche del martes. Feria de vaivenes termométricos que impelían a esa duda cuasi kafkiana de no saber qué ponerte, si la chaqueta de alivio o el terno con chaleco. Reconociendo que aunque cada cual cuenta la Feria según le va, creo que ha sido una gran Feria por mucho que nos invada la nostalgia con el recuerdo de ediciones anteriores. Ocurre que eso es irremediable sentirlo, ya que fuimos nosotros los que cambiamos, no la Feria.
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