PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Fidel se va y Lolo se queda

LO nunca visto. Fidel Castro renuncia a morir como jefe supremo de su régimen, el de patria o muerte. En España no ocurrió lo mismo en 1975, cuando era evidente que la vida de Franco se aproximaba a su fin. En la madre patria se le tiene aún más apego a las poltronas que en América Latina, les transmitimos los genes del caudillismo pero aquí conservamos la patente. El adiós del último mito del comunismo, el guerrillero que devino en dictador, deja en evidencia el inmovilismo de Lolo Silva, el penúltimo fracaso de los revolucionarios de salón que han arruinado la alternativa de Izquierda Unida. Fidel ha tenido un punto final de lucidez para dar un paso que su país necesita. Pero el delegado municipal de Juventud y Deportes del Ayuntamiento de Sevilla no abandona su cargo, pese a ser de dominio público sus batacazos y patrañas, ni aunque tomaran las Casas Consistoriales los brigadistas de Sierra Maestra.

Silva llegó al primer plano de la política sevillana como una joven promesa y ya es una vieja decepción. En cuanto dispuso de poder y presupuesto, urdió con recursos públicos fortalecer su rol dentro del Partido Comunista de Sevilla. Por eso Silva es célebre como mecenas de jovenes enviados a Caracas y La Habana para ser aleccionados. En Sevilla no ha revolucionado ningún barrio, sólo destaca por socavar el pecunio, la eficacia y el sentido común. Y, aferrado al sillón, en el gobierno local no lo estiman ni dan la cara por él, sólo les interesa a PSOE e IU para sostener el pacto de gobierno.

El mejor legado del castrismo en Sevilla no es Silva, sino Mirta María Castro Smirnova. Es nieta de Fidel y se mantiene ajena a las conspiraciones que se montan desde La Habana o Miami. Su mundo es el de las matemáticas, está vinculada al departamento de Análisis Matemático en la Universidad Hispalense. Su dominio del álgebra la lleva a estudiar a fondo la teoría de la aproximación, que no vale para calcular ni cómo cambiará Cuba ni cuándo renunciará Lolo Silva.

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