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La crónica económica

Joaquín Aurioles

Flecos inmobiliarios

LA caída del primero de los grandes promotores inmobiliarios alimenta el convencimiento de que la crisis va a durar mucho más de lo inicialmente previsto, que va a alcanzar a más gente de lo esperado y que el Gobierno no tiene ni idea de cómo sacarnos de la situación. Tampoco desde la oposición ni desde las tertulias políticas ni de los foros más especializados surgen aportaciones alentadoras o imaginativas, sino que más bien sorprende la inconsistencia ética de algunas propuestas, como las de pretender solucionar la crisis inmobiliaria mediante bajadas de impuestos o la de culpar al Gobierno de la subida de los tipos de interés.

De lo que sí se puede culpar al Gobierno es de tantos meses de desconcierto mezclado con elecciones y de haber desaprovechado la oportunidad de proporcionar a los ciudadanos que tenían que tomar decisiones una valoración rigurosa y ajustada de la situación a la que se enfrentaban. A cambio, se habrá aprendido que no se puede mantener mucho tiempo engatusada a mucha gente y que lo aconsejable es coger de una vez el toro por los cuernos y hacer como los médicos, que frente a determinadas situaciones ingobernables se limitan a recomendar reposo y paños calientes y a dejar claro que los catarros duran una semana. Esto viene a cuento de las reprimendas lanzadas, todavía no hace un año, contra los que se atrevían a hablar de pinchazo de la burbuja inmobiliaria en un intento de ofrecer una imagen, que lamentablemente ahora resulta grotesca, de capacidad de control de la situación.

Imagino que la crisis de Martinsa-Fadesa ha surgido cuando sus responsables han decidido que ya no podían aguantar más, que debe ser la situación de otras empresas del sector que igualmente intentan exprimir al máximo su capacidad de aguante, por lo que parece lógico suponer que no se trata de un caso aislado y que no pasará mucho tiempo antes que aparezcan otros. Puede que también haya que reprender a los que se atrevan a advertir de su más que posible impacto sobre el sistema financiero, aunque ya se conozca que algunas entidades vienen preparando el terreno desde hace algún tiempo, provisionando los fondos que deben permitirles capear el temporal.

En cualquier caso, y puestos a ser responsables, lo que sin duda vendría bien al ciudadano sería una mayor transparencia en la información sobre los estados financieros de las entidades de crédito y quizás también aprovechar la coyuntura para mover fichas que permitan reforzar la solidez del sector y realizar algunos de los ajustes que se reclaman hace tiempo, especialmente los que afectan al mapa de la entidades. Mientras tanto, habrá que conformarse con seguir de cerca la información sobre la evolución de la morosidad, que en los últimos doce meses se ha incrementado en nada menos que un 66%, pero que en el caso de las hipotecas se ha elevado hasta el 84%. Habrá que mirar también, por tanto, el grado de concentración del crédito en el mercado hipotecario por parte de cada una de las instituciones y, por si acaso, desempolvar el proyecto de fusión de cajas de ahorro en Andalucía, en previsión de lo que pueda ocurrir.

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