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'Freakonomics', minaretes y mujeres

ACABA de publicarse en Estados Unidos Super Freaknomics, una impactante secuela de Freakonomics, un libro nacido en el New York Times y escrito por Steven Levitt, profesor de Economía, y Stephen Dubner, periodista. Si la primera entrega vendió más de cuatro millones de libros, la segunda no le andará a la zaga. En ella se vuelven a buscar relaciones (sólo) en apariencia desquiciantes sobre fenómenos socioeconómicos: ¿Puede el consumo de carne de canguro salvar el planeta?, ¿qué genera mayor valor añadido, un proxeneta o un agente inmobiliario?, ¿fue la tele el origen de una mayor criminalidad? o, ¿puede un cambio de sexo incrementar tu salario? No se fíen de las apariencias, el libro es mucho más serio de lo que pueden aparentar estas preguntas. Por ejemplo, extraigamos del mismo una relación económica freaky (extraña), que entronca con la actualidad de esta semana: nacer en el sureste de Uganda en mayo de 2010 será muchísimo más arriesgado para la salud futura del bebé que nacer en cualquier otro mes. Un 20% más de probabilidades de padecer defectos en la vista, el oído o en la capacidad de aprender. Estadísticamente, lo mismo sucede en Michigan. El motivo es el Ramadán, festividad que se celebrará en agosto de este año, nueve meses antes de mayo de 2010. Tanto en Uganda como en Michigan hay una importante población musulmana que practica el Ramadán, comiendo una única vez al día, embarazadas incluidas. ¿Les parece tendenciosa o racista esta relación causa-efecto? No lo es; al menos, está demostrada. Sin embargo, descalificar al Islam en su conjunto por esta cuestión obligaría a descalificar a casi todo y todos por unos motivos u otros.

No entraremos en la controversia sobre los minaretes suizos y sobre la delgada línea que separa la lícita defensa de lo propio de la identificación del Islam con el burka, la ablación de clítoris, el terrorismo ciego o la lapidación de mujeres, de la que han circulado horrendos vídeos esta semana por internet. El miedo a perder los tesoros sociales propios, que mueve legítima y naturalmente a la autodefensa, puede acabar llevando al fascismo. Hablemos, eso sí, de mujeres, economía (o mejor, desarrollo) y religiones. La Economía Extraña (Blog Freakonomics, NYT) denuncia la condena de ser mujer por nacer en un país mayoritariamente hindú, la India: "Una niña india que acaba siendo mujer -o sea, no es víctima de aborto selectivo o infanticidio- padece permanentemente la desigualdad, incluidas las atrocidades domésticas diarias. El 54% de las mujeres indias justifican que les peguen porque se les queme la comida; el porcentaje de hombres que defiende tal cosa es del 51. Para paliar tales lacras, la televisión ha sido más eficaz que el Gobierno. Las familias de la India rural que disponen de TV por cable tienen menor tasa de natalidad que las que no lo tienen. Eso implica mayor autonomía y menores riesgos de salud para las mujeres. Las familias con tele por cable llevan más a las niñas al colegio (el porcentaje de niños no varía por esto), y ellas se sienten y son vistas como más valiosas, y merecedoras de un trato más igual. Se sienten más fuertes y tienden a no tolerar el mismo nivel de abuso". Gloria a la televisión por cable.

En asuntos de barbarie y fanatismo, la religión importa, pero importa mucho más profundamente la pobreza, que estimula el aislamiento y el olvido de los valores que son esenciales para la cultura occidental, que dejó atrás estadios que otras culturas no han dejado -ni parecen poder- dejar atrás. Entre los cuales está la igualdad de derechos entre las personas, cualquiera que sea la diferencia natural entre ellas: sean mujeres o sean hombres.

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