PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

Frigorías y megavatios al garete

TANTO en la tarde del pasado lunes como en la de ayer, el tiempo refrescó con ventolera o chaparrón de por medio. Horas que distaban mucho de ese calor de soplete y mazo que no da tregua hasta que el sol se tira de cabeza al mar de Doñana. A tal temperatura, menor grado de refrigeración artificial, cabría suponer en una civilización con la epidermis sana y el termostato cerebral alerta. Craso error. Y carísimo derroche. Hice la prueba paseando en las calles aledañas al lugar desde el que les escribo. En el declinar de la tarde, los hogares seguían con las ventanas clausuradas al frescor natural y con las máquinas de aire acondicionado a pleno rendimiento. Los comercios de textil parecían una heladería de ropa a la venta con cubitos de hielo. Por todas partes se anunciaban rebajas sin rebajar la frialdad ambiental. Como si estuviéramos en una jornada de 45 grados a la sombra. Como si fuéramos androides que han invadido la Tierra con inteligencia de microchip que sólo funcionara a menos de 20 grados.

La batalla del ahorro energético va a ser más difícil que la del tabaquismo. Gentes de todas las edades han perdido el sentido y la sensibilidad de estar relajados a temperatura ambiente en lugares a la sombra, a 25 o 28 grados, que no están recalentados por el sol. Ni ecologismo ni crisis ni gaitas: el sudar se va a acabar es el lema que la sociedad de la abundancia va a exprimir hasta que le corten el suministro, y una hora de refrigeración sea más cara que un kilo de ostras.

Los portavoces de Endesa en Sevilla tuvieron la amabilidad de facilitarme los datos del consumo energético del pasado día 14, y de días precedentes, para cotejar si el bajón de temperatura animó al personal a consumir menos energía. Hubo descenso en la demanda, pero demasiado leve. Hay que airear el sentido común para que no se vayan tantas frigorías y megavatios al garete.

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