El catedrático de Ciencias Políticas Vicenç Navarro decía ayer en este diario que "ha sido el PSOE el que se ha alejado de los valores socialdemócratas". Venía a propósito de la hipotética impostura de Podemos. Pero el problema para los socialistas no es sólo ideológico. Es también estratégico. Pocas de las personas que encabezan sus listas provinciales aportan un plus a su deteriorada marca. No es nuevo. Se atribuye a Escuredo una frase que hizo fortuna en los 80: presentamos a una cabra de candidato y la gente vota a la cabra. Se supone que pretendía ser un elogio a la marca, pero aquellos candidatos merecían más respeto. Eran líderes sociales en sus circunscripciones, gente formada, con currículos académicos y profesionales, influyente. Duros de pelar. Y ahora que ya la marca no gana por sí sola, y hace falta algo más, quienes encabezan las candidaturas en Andalucía son en general funcionarios del partido, más o menos oscuros. Eso sí, obedientes. También es antiguo: hubo un tiempo en el que quien se movía no salía en la foto. De tradición, los jefes exigían adhesión inquebrantable y a cambio garantizaban el empleo a su nomenclatura. Tres décadas después, el resultado es una colección de candidatos obedientes, devotos y agradecidos. Que fuesen también brillantes y duros de pelar sería pedir demasiado.

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