La ciudad y los días

Carlos Colón

Fúnebre parque temático

EL Ayuntamiento quiere convertir las inexistentes tumbas de los poetas sevillanos -desde Almutamid hasta Machado o Cernuda y los hoy felizmente vivos cuando les llegue la hora- en la estrella de la oferta turística (ellos dicen cultural) del cementerio. Es decir: pretende crear artificialmente lo que en otras ciudades se ha producido naturalmente, hacer de una vez y por intereses económicos lo que en otras partes es resultado del tiempo. Algo que degrada la historia, reduciéndola a parque temático, y profana el descanso de los muertos, contrariando en algunos casos su voluntad, para exhibir sus tumbas como los cuerpos de los forajidos eran expuestos en los escaparates de los pueblos del salvaje oeste. Piensen en Antonio Machado, por ejemplo, que actualmente yace en Colliure junto a su madre, expresó en vida su deseo de ser enterrado en Soria junto a su amada Leonor y podría acabar en lo más oscuro de esta Sevilla de la que sólo echó de menos su luz.

Cuando los cementerios son de verdad -es decir, obra del tiempo y no invención turística- hay quien gusta visitarlos para vagar por su romántico abandono, como en ese monumento a la melancolía victoriana que es el cementerio viejo de Highgate en Londres; quien los visita por su belleza o por su leyenda y su significado emocional, como el cementerio judío de Praga; quien va a ellos para homenajear a esos parientes del alma que son los escritores y artistas que de alguna forma alumbraron (en el doble sentido de llenar de claridad y de dar a luz) nuestras vidas, lo que ha convertido en lugares muy visitados los cementerios parisinos de Montmartre y Père Lachaise o el cementerio inglés de Roma; e incluso hay quien viaja a un cementerio para honrar alguna personalidad especialmente venerada, como los muchos que van (¿iban?) al Highgate nuevo de Londres para contemplar la tumba de Marx o quienes vamos al de Canterbury para leer los versos de Edmund Spencer (El sueño tras el esfuerzo, el puerto tras la tempestad, el reposo tras la guerra, la muerte tras la vida, harto complacen) escritos sobre la tumba de Joseph Conrad.

En todos los casos se trata de cementerios hechos por el tiempo y la historia. Lo que pretende el Ayuntamiento, en consonancia con sus otras actuaciones sobre la ciudad, es lo contrario: crear un parque temático en versión fúnebre, dedicándose para ello a macabras exhumaciones que los muertos no habrían deseado e ignorando que ya fracasó el Panteón de Sevillanos Ilustres en el que descansa nuestro callejero: Mateos Gago, Bécquer, José Gestoso, Martín Villa, Rivero, Amador de los Ríos…

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