SÁBADO, 4 de agosto de 2012. 20:40 horas (GMT). Ésta es la data de uno de los momentos que permanecerá en la historia durante décadas, quién sabe si durante siglos. En ese preciso instante, en el Centro Acuático del Parque Olímpico de los Juegos de la XXX Olimpiada celebrados en Londres, Michael Fred Phelps, nacido en Baltimore (Maryland, EEUU) el 30 de junio de 1985, tocaba por última vez el tope de una piscina. Por delante quedaba la última posta del relevo 4x100 estilos estadounidense, pero nadie prestó atención al bueno de Nathan Adrian, que terminaría dando un nuevo oro, el último de su carrera, al mayor deportista olímpico que han dado los tiempos.    

Quedará para la historia un debut alejado de la fanfarria, con apenas 15 años, en una Sidney postrada al que era su ídolo, el australiano Ian Thorpe. Quedará escrito el primer intento de superar a Mark Spitz, el eterno mito numérico de la natación de las barras y estrellas, en Atenas, saldado con apenas seis oros y dos bronces. Quedará en los libros su exhibición en Pekín, con ocho metales dorados colgando de su cuello, ya como leyenda viva. Permanecerá como bello epílogo su despedida en Londres, con cuatro oros más y dos platas.

22 medallas olímpicas, 18 de oro, dos de plata y dos de bronce. 37 récords mundiales de los cuales aún conserva tres (100 y 200 metros mariposa y 200 estilos), sin necesidad de poliuretano ni bañadores mágicos. Cuatro participaciones en los Juegos Olímpicos, tres lustros metido en una piscina coronados de la mejor forma posible. Se va con 27 años el mejor atleta olímpico de la historia, una leyenda viva instalada para el resto de los siglos en el Olimpo del deporte. "¿Para qué seguir? Logré todo lo que me propuse. Ahora es tiempo de cosas nuevas". Que usted las disfrute. Y muchas gracias por lo dado.