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Gabilondo el bueno

Madrileños, si de verdad le queréis, votad a la derecha. Os lo agradecerá

ángel Gabilondo, candidato en su momento a la presidencia de la Comunidad de Madrid por capricho de Sánchez y en busca del efecto Tierno, ha conocido y esperaba mejores días de los que se le han venido encima por culpa de la maldita Ayuso y su pronto de adelantar las elecciones. A sus más de setenta años y cuando se ha sido casi todo en la vida, desde hermano corazonista a ministro de Educación, verse en la tesitura de errar durante semanas eternas por esos extrarradios, acompañado de macarras y tiorras, debe producirle, a él, con su leve dificultad ante las erres y las masas, un rechazo casi invencible. Hacerle eso ahora, cuando ya tenía preparadas las maletas para su siguiente y tal vez último destino político como Defensor del Pueblo, esa inutilidad maravillosamente trajeada y costeada, es del todo imperdonable.

Tendrían ustedes que haberlo visto en sus días de gloria, breve pero intensa, como fugaz ministro de Educación, en aquellos Consejos de Universidades donde, feliz de ser quien era, recibía a los rectores cuya Conferencia había presidido hasta su llegada al Ministerio. Allí oía las siempre prudentísimas intervenciones de sus amigos y colegas, allí toreaba de salón seguro del aplauso del respetable, de allí salía entre abrazos y sonrisas cómplices. Hoy, con su maltrecha nave en trance de ser asaltada al abordaje por las damas guerreras de la derecha, Ayuso y Monasterio, vigilado por un Sánchez al que desprecia y llevando como socio obligado a un Iglesias al que cuesta saber si teme más que odia u odia más que teme, su vida ha dado un giro lastimoso y se le nota el disgusto. Porque ese gesto continuo de estar oliendo algo no es el suyo natural, no fue el suyo de otrora, créanme.

Va a perder y lo sabe. Puede hacer el ridículo y lo sabe. Pero aún sería peor que la izquierda sumara, que lo auparan a ese cadalso con forma de poltrona que sería deberle la presidencia de la Comunidad y tener como vice a un tipo como Iglesias, de cuyas formas y modo de entender la política los españoles ya lo sabemos todo. Eso no estaría pagado de ninguna manera y Gabilondo el Bueno no se lo merece. Por favor, madrileños, si de verdad le queréis, impedidlo, votad a la derecha. Él, desde el Palacio del Marqués de Bermejillo, que en el nombre lleva escrito su destino, haciendo como que defiende al pueblo, otra vez feliz, os lo agradecerá.

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