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DICEN las malas lenguas que en este país hay más premios que premiables, por lo que los galardonados se repiten en un bucle sin fin. La Academia de Televisión nos sorprende con sus galardones justo el día del ecuador del año. Ni al principio ni al final. Y ya se sabe, ahí están las gentes de Callejeros y los de El hormiguero, representantes de la televisión de moda. Y los de siempre. El reconvertido Gran Wyoming, que va seduciendo a crítica y público a velocidad de crucero en El intermedio de La Sexta. O Lorenzo Milá, cuyo galardón sabe a despedida a punto de hacer las maletas para irse a vivir a Washington.

Dos eran los premios anunciados de antemano. El del reconocimiento internacional al joven reportero guatemalteco Sergio García, entregado por Rosa María Calaf y María Rey. Y el de Toda una Vida, que recayó en nuestra Concha Velasco, que se fue del Gran Casino de Aranjuez con dos trofeos, al llevarse también el de mejor actriz por su interpretación de Carmen Orozco en Herederos. Se lo merece más que nadie.

La gala de la Academia fue vista en la lánguida noche del lunes por cerca de medio millón de espectadores en La 2, cuando de haber pasado por La 1, la cifra habría doblado automáticamente por número de fieles a la primera cadena. Claro, que todavía pesan los lastres de medirlo todo en términos de audiencia. Con un 4,6 de share la Gala en La 2 puede considerarse que ha sido un éxito. Con un 10% en La 1 habría sido un fracaso y estaríamos lamentándolo. Si ésta es la fiesta de la televisión, digo yo que habría que mimarla y vocearla a través del primer canal. Anécdotas. Algún premio de televisión autonómica no salió en antena.

El falso directo se lo comió. Si quisieran, una noche a la semana podrían reservarla a las galas. Será por premios.

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