PERDER hoy sería empezar a opositar al malísimo trago de quedarse fuera de Europa. Partido trascendental, aun no siendo definitivamente decisivo, el de esta noche en Eduardo Dato sin número. Llega el actual colíder de la Premier y la imagen del sábado en Villarreal insta a tocarse la ropa. Contratiempo añadido es la ausencia de ese estilete que es Gameiro, un buen futbolista que suele venirse arriba en las veladas continentales.

Está el Sevilla urgido por la obligación de rentabilizar su indudable poderío como anfitrión aunque no pueda obviarse el potencial del enemigo de turno. Pero me da el pálpito de que el potencial del City, sensiblemente mermado por la ausencia de Agüero, baja bastante no más atraviesa el Canal. Es un problema que suele acompañar a los equipos británicos en el Continente y esta noche podría repetirse la cosa para bien de un Sevilla impelido al triunfo.

Actualmente, el equipo de Pellegrini parece haber recobrado algo de pulso y comparte el liderato doméstico con el Arsenal. Es un equipazo en toda regla que se hizo a base de petrodólares y nos da, además, la posibilidad de ver nuevamente a Jesús Navas corretear por las bandas de Nervión. También tendremos la posibilidad de ver in situ a De Bruyne, ese carísimo belga que le dio al sevillismo el más reciente disgusto con aquel gol en el alargue que doblegó a la tropa de Unai.

Mientras, en el nido blanco se ha revuelto la cosa y los tiros apuntan al muy laureado Unai Emery, al que culpan de todos los males habidos y por haber. No sé si es cosa del entorno o de quién, pero lo cierto es que el vasco está muy cuestionado por un sector del sevillismo que ni siquiera comulgaba con sus métodos cuando los clamores de Turín y de Varsovia. Pero vayamos a lo que verdaderamente importa y es que el Sevilla le gane al Manchester City para que Europa no se aleje.