CUANDO ya sea noche cerrada junto a la Sirenita y los mercurios se hayan desplomado, la tropa sevillista tendrá la oportunidad de hacer un doble quite. Por un lado para seguir haciéndose perdonar sus veleidades y por otro, un quite salvador de la figura de su patrón, el guipuzcoano Julen Lopetegui. Tras las dos tormentas que asolaron Nervión, la bonanza del sufrido triunfo en Cornellá hizo que la vida se enfocase con más optimismo de cara a lo de hoy.

Aunque el viento sopla menos amistosamente, el objetivo sevillista es el de sobrevivir en Champions cuando el invierno esté dando sus últimas boqueadas. Para ello es condición sine qua non vencer hoy en el Parken Stadion, que es el escenario donde el Copenhague Football Club afronta sus compromisos. Este Copenhague, conocido domésticamente como El equipo de la ciudad y de sólo treinta años de vida, es el objetivo a batir como equipo menos fuerte del grupo.

Tablas con gol de Juan Ureña firmaría el Betis de Luis Aragonés durante la Recopa 97-98 en este mismo Parken Stadion. En cuanto a la actualidad del anfitrión hay que resaltar que es el actual campeón de la Copa danesa y que su pasado más reciente lo cuenta por sus derrotas en Dortmund y en Odense. A esa empresa tan obligadamente triunfal llega muy herido el Sevilla y dadas las diferencias de potencial entrambos, la victoria, hoy roja, no ha de hacerse rogar.

¿Apelará Lopetegui a un sistema rotatorio visto el constreñimiento del calendario? Sería lo normal en condiciones de normalidad, pero es la normalidad la virtud menos familiar en el día a día del camerino sevillista. Ganar o ganar es la cuestión para abandonar el farollilo rojo del grupo y para seguir manteniendo esperanzas de cara a un futuro a corto, medio y largo plazo. Y es que cuando uno se acostumbra al jamón, la mortadela sabe a lo que sabe; vaya, que no es lo mismo.