Sólo ganó de viajero en Turquía y de forma milagrosa con un penalti de Banega sobre la campana final y eso hace que el partido de esta noche en Nervión sea trascendental. Ganar o ganar sobre un equipo con el sello de emergente y que anda peleándole al Zenit la Liga rusa. El Krasnodar, ese visitante de hoy, tiene un nulo pedigrí, pero un presente espléndido que llena de inquietud la cuenta atrás de esta cita vital en el coliseo de Dato.

Aquel partido que el Sevilla perdió a orillas del Volga se ha convertido con el paso del tiempo en punto de inflexión para el Grupo J de esta Liga Europa. Era un choque encarrilado a falta de veinte minutos que el Sevilla entregó en el tramo final para convertir al desconocido Krasnodar en el enemigo a batir. Y es que por aquel entonces, la goleada al Standard hacía creer que el paso del Sevilla por esta fase de grupos iba a ser como una especie de paseo militar.

Pero llegó el Krasnodar y mandó parar, hasta el punto de liderar el grupo y enseñarle la matrícula a Sevilla y Standard a tres puntos de distancia. Ganar o ganar, que el empate sólo sirve si los belgas no ganan en Turquía. Y ya se sabe del potencial de unos turcos que no han logrado ni un solo punto en cinco partidos. Ganar o ganar es la cuestión, algo para lo que el Sevilla está sobradamente preparado, que para algo está librando en su Liga un papel idéntico al que recita su rival en la rusa.

No debe influir en la trascendente cita de esta noche ni la convulsa situación que ha deparado una Junta General que ya está a la altura de lo peor de la historia del club ni tampoco el doloroso gol de Diakhaby el sábado en Mestalla. La tropa que tan bien alecciona Machín tiene la suficiente garantía como para que hoy logre el Sevilla el salvoconducto con el que proseguir en su competición preferida, esa que llenó las estanterías de Nervión durante un decenio prodigioso.