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NO dijo Antonio Gasset Dubois que se marchaba. Se adelantaron los medios, anunciando lo que nos temíamos. Que se prejubila a los sesenta. Le queda una última aparición en Días de cine. Y unas últimas entradillas. No creo que el raquítico 2 por ciento de share logrado por su penúltima intervención suba mucho debido a este motivo, pero hay que reconocer que el comunicador se ha convertido en leyenda. Su paso de redactor de Informe semanal a ser el rostro de Días de cine fue fortuito. La revista cinematográfica, dirigida en su primera etapa por César Abeytua, funcionaba mejor sin presentador que cuando se hizo cargo de ella Aitana Sánchez-Gijón.

El hieratismo de la actriz, lejos de atraer a la audiencia, la espantaba. Nada que ver con la calidez con la que Fernando Guillén Cuervo y Maribel Verdú presentaban Primer plano, el padre de Magacine, de Canal +. Así las cosas, la dirección de TVE estimó oportuno probar con Antonio Gasset, que se puso a ambos lados de la cámara. Detrás, dirigiendo la orquesta. Y delante, pasándolo bien y divirtiéndose con unas personalizadas entradillas. La sorpresa vino cuando se publicaron las audiencias. Gasset había reflotado el programa. Hasta que los años pasaron y se convirtió en mito. En carne de zapping. Sus intervenciones eran más vistas en los programas que las repescaban que en el suyo propio. Todo el mundo hablaba de él y de sus entradillas, pero a la hora de la verdad muy pocos le seguían. En concreto, 170.000 en sus buenas noches navideñas. La décima parte de quienes ven Saber y ganar.

Rescato de la memoria una de sus últimas entradillas, de hace apenas un mes: "Llegó la pausa. Un momento idóneo para que quienes puedan aprovechen acercándose a la habitación donde duermen sus hijos, a darles un beso furtivo". Pues eso, háganle caso y sean felices.

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