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Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ginés de los Ríos: enseñanza y presencia

Nada puede reemplazar al aula como espacio compartido de miradas, gestos y palabras

Valoraba ayer el rector de la Universidad de Sevilla en este periódico cómo la US "se ha adaptado a métodos de enseñanza no presencial a un ritmo vertiginoso", con "más de 100.000 accesos diarios a nuestra plataforma virtual de enseñanza por parte de estudiantes y profesores" y más del 94% de las enseñanzas totalmente adaptadas al método virtual. Pedía el rector el reconocimiento del trabajo y la disposición de profesores, alumnos y personal de administración y servicios, concluyendo -con sobrada razón- que "esta y no otra es la verdadera Universidad de Sevilla" frente a quienes "la quieran desprestigiar sin motivos justificados". El esfuerzo de la US adaptándose en tiempo récord a las tan anormales circunstancias sólo lo puede valorar quien conozca y ame la enseñanza; porque sólo así se puede tener idea del sacrificio que conlleva la renuncia forzada a las clases presenciales, razón de vida de quien tenga vocación docente.

Hace pocos días se publicó en este periódico un artículo (¿Son iguales de educativas las clases on line que las presenciales?) en el que Elena Vela, citando a los profesores Pedro M. Sasia y Galo Bilbao Alberdi de la Universidad de Deusto, afirmaba que por prescindir del contexto dentro del aprendizaje, del espacio físico que hace posible la interacción y la comunicación, lo virtual no puede sustituir adecuadamente a lo real porque la sensación de formar parte de un grupo, los juegos de miradas y gestos, son oportunidad de enseñanzas y aprendizajes valiosos en el proceso educativo.

La enseñanza no presencial ha sido y es un recurso fundamental durante esta crisis. Pero sólo como sustitutivo de emergencia. Nada puede reemplazar al aula como espacio compartido de miradas, gestos y palabras. "Una cátedra de Instituto, como una de Doctorado -escribía don Francisco Giner de los Ríos- deben venir a ser una reunión durante algunas horas, grata, espontánea, íntima, en que los ejercicios teóricos y prácticos, el diálogo y la explicación, la discusión y la interrogación mutua alternen libremente con arte racional, como otros tantos episodios nacidos de las exigencias mismas del asunto". Porque para don Francisco el fin de la Universidad es formar hombres en plenitud y no sólo profesionales. Cuantos amen la docencia, tan infravalorada por muchos en la actual universidad pos Bolonia, compartirán las palabras de este tan gran como olvidado andaluz.

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