Tribuna Económica

Joaquín Aurioles

Gobernabilidad y gobernanza en Andalucía

CIUDADANOS apoyará la investidura de Susana Díaz como Presidenta de la Junta de Andalucía. Una decisión arriesgada que está dando lugar a una avalancha de críticas, muchas de ellas procedentes, según dicen, de sus propios votantes decepcionados, pero que tiene una poderosa justificación: acabar con la incertidumbre y con la parálisis gubernamental en la que estamos instalados desde que comenzó el año. La justificación fundamental es, por tanto, la gobernabilidad de Andalucía, aunque se trate de un concepto lo suficientemente ambiguo como para que, al menos entre los más escépticos, se instale la convicción de que nada va a cambiar y que todo seguirá igual. Otros pensamos que se dan las condiciones adecuadas para que en Andalucía comiencen a debilitarse el inmovilismo y la resistencia a las reformas estructurales y que esto ya supondría un cambio significativo frente a etapas anteriores.

Pese a la ambigüedad, la gobernabilidad puede interpretarse como una situación de equilibrio entre las demandas sociales y la capacidad de los gobiernos para satisfacerlas. Implica estabilidad en la acción de gobierno, pero también acierto en la identificación y habilidad para encontrar soluciones. El apoyo de Ciudadanos puede facilitar un gobierno con vocación de estabilidad, pero en modo alguno garantiza el equilibrio entre las demandas sociales y las respuestas políticas, porque esta es una cuestión que depende, básicamente, del marco institucional, es decir, de las normas y reglas que regulan la convivencia, el progreso social y la asignación de los recursos.

El acierto de la iniciativa de Ciudadanos depende, en consecuencia, de los cambios institucionales que tanto esa formación como el resto de la oposición consiga imponer a un gobierno en minoría. Si esto se produce, entonces la gobernabilidad habría propiciado un cambio en la gobernanza, es decir, en la forma de gobernar. La gobernanza determina el grado de burocracia y de intervención en la economía; la transparencia y los mecanismos de control y lucha contra la corrupción; el ejercicio de la responsabilidad política frente al ciudadano; el compromiso en la lucha contra la pobreza, la exclusión y el desempleo; o las características del modelo educativo, y nunca las circunstancias políticas en Andalucía habían sido tan propicias al cambio como las actuales.

Las coaliciones de gobierno con Partido Andalucista e Izquierda Unida contribuyeron a la gobernabilidad de Andalucía, pero con influencias reformadoras limitadas que permitieron al PSOE mantener sin cambios sus reglas de gobernanza. La cuarta legislatura fue bastante más parecida a la actual. En junio de 1994 el PSOE ganó unas elecciones con una considerable pérdida de votos (45 diputados, 17 menos que en la anterior). La investidura de Chaves fue posible gracias a que los diputados de IU abandonaron la votación, facilitando la formación de un gobierno, aunque en modo alguno la gobernabilidad. Se conoció como la legislatura de la pinza y se caracterizó por la pretensión de la oposición de gobernar desde el Parlamento y convendría tener presente todo lo aprendido de aquella experiencia.

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