Gobierno de conveniencia

A la gente no le importa si la coalición es por amor o por interés, sino que la reforma laboral cree empleo

Jaume Asens, portavoz de la franquicia de Podemos en Cataluña, ha explicado muy bien las desavenencias en la coalición gubernamental. Ha dicho que este no es un Gobierno por amor, sino de conveniencia. Añado de mi cosecha que con separación de bienes. Por eso los coaligados están mirando siempre por lo suyo, sobre todo ahora que escasea. Las encuestas muestran una derecha pujante, que roza la mayoría absoluta: el PP se acerca al 30% y Vox sigue en el 15%, según la encuesta de DYM para el Grupo Joly publicada el miércoles por este diario. El PP se beneficia de la desaparición de Cs, aunque Casado esté peor valorado que Arrimadas.

Yolanda Díaz es la líder nacional con mejor nota. Estamos ante un fenómeno mediático que altera los nervios de todo el Gobierno. También de Podemos, porque la vicepresidenta no es militante, pero Iglesias al nombrarla sucesora ensombreció al resto de dirigentes. Hay mucho peso pluma en la cúpula morada y las condiciones que ponga Díaz los desestabiliza a todos. Yolanda trata de armar una gran alianza de izquierdas al estilo de la centrista que Macron articuló en 2017 en Francia con éxito: consiguió con sus aliados liberales de MoDem dos tercios de los escaños de la Asamblea Nacional, mientras gaullistas y socialistas sólo sumaban el 23%.

Pero el fenómeno no es extrapolable. Durante la transición, la estrategia primó en la política española, con consenso y mirada al futuro. Después se pasó a la táctica, con regate corto. Como todo es susceptible de empeorar, de los tacticistas pasamos a los marquetinianos, como Iván Redondo, convertido en gran visir de La Moncloa. Y degenerando estamos en la fase del escaparatismo político. No es nueva. Hemos tenido dos campeones de la exhibición mediática que ya desaparecieron: Iglesias y Rivera, ambos con organizaciones precarias. El escaparatismo nos muestra ahora una nueva estrella: tras un jefe de Podemos desastrado, llega una vicepresidenta que se viste a la última, con moda gallega. Con su fino humor, Luz Sánchez Mellado tuitea, sobre su paseo por Trujillo junto a su rival Calviño, que se le está poniendo pinta de Reina.

Más allá del postureo en el escaparate, Díaz está empeñada en derogar la reforma laboral del PP, en contra de su compañera Calviño, que pretende una modernización sin maximalismos. Es un hecho que hay que simplificar contratos, reducir temporalidad, mejorar la negociación colectiva, regular la subcontratación y combinar flexibilidad y estabilidad en el empleo. Ese debería ser el foco. A la gente no le interesa el amor o los gananciales de la coalición, sino una reforma laboral que cree puestos de trabajo.

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