SALVÍFICOS goles de Rubén Castro para la buena marcha del Real Betis Balompié. Está resultando el canario pieza fundamental para ese Betis que anda en la tarea de hacer olvidar para siempre su etapa más vergonzante. Tanto en el curso anterior como en lo que llevamos de éste, sus goles están siendo principalísimo salvoconducto que le permite al sevillanísimo club de las trece barras circular con un mínimo de solvencia por la vida que el cielo, o quien sea, le ha mandado. Y en este valle de lágrimas donde vivaquea el Betis, no cabe la menor duda de que los aciertos de Rubén están resultando fundamentales.

Yendo al presente y aparcando el feliz pasado del ascenso, si el Betis se coloca líder en el arranque es por sendos goles del canario cuando iba a sonar la última campana de Los Cármenes y de Heliópolis en el caluroso mediodía que vino el Mallorca. Ese también valioso gol a Aouate ya lo hizo con una lesión que le dejó fuera de concurso más de un mes. Volvió en el Bernabéu y cuando nada hacía presagiar que la mala racha fuese a durar lo que ha durado, nada más y nada menos que de cierto lunes 26 de septiembre en Getafe hasta este sábado. Dos meses y medio de penuria hasta la explosión bajo la lluvia de una procelosa sabatina con final felicísimo.

Goles importantísimos los de este futbolista que está logrando en el Betis la notoriedad que se le negaba en un nomadeo interminable, ni más ni menos que el de haber vestido ocho camisetas en siete años. Una marca difícil de batir y más difícil aún de comprender, pues resulta muy extraño que un futbolista con tanto gol en sus botas no le sirviese, por ejemplo, a su propietario durante tanto tiempo, ese Deportivo que se fue a los avernos donde habita por culpa de su sequía goleadora. Cosas incomprensibles que se nos vienen al caletre ahora que nuevamente los goles de Rubén sirven para que el Real Betis Balompié vuelva a tomar el gusto por la vida.