BREVIARIO

Alejandro V. García

Gordillo, manual de uso

UN iluminado con barba que se hace acompañar por sus apóstoles entra en un supermercado y se lleva a las fuerza varios carritos con legumbres, aceite, leche, arroz y galletas: el menú recio de la dieta de los recalcitrantes. La ambivalencia ha convertido la performance en el estribillo sociológico del verano. La acción es como una parábola bíblica que permite exégesis infinitas y contradictorias. Ha puesto en evidencia las contracciones de la izquierda muda y contemplativa; ha convertido a Sánchez Gordillo en un icono aún más extravagante; ha dado carnaza a una derecha agotada que se había quedado sin argumentos; ha enseñando los dientes a un gobierno depredador; ha dado esperanza a los desorientados y ha punzado a la izquierda dormida. La función de los carritos ha demostrado que la revolución es estrafalaria y anticuada pero que el viejo esperpento inquieta; que la conciencia insumisa cabe un paquete de garbanzos; que el hierro de las lentejas puede ser candente. El robo de Mercadona ha marcado el camino de la rebelión a los pobres en ciernes. La acción de Gordillo ha aliviado la atención sobre Rajoy y en cierto modo lo ha dejado respirar en vacaciones; ha sido una cortina de humo para cubrir durante unos días el escándalo financiero y ha reducido a Gordillo a publicista al servicio de Mercadona. En fin: verano (negro) y humo (rojo).

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