La ciudad y los días

carlos / colón

Gordos y malditos

QUÉ calor, casi a mediados de noviembre!". -"Claro, como estás tan gordo". Ya estamos… Como nací el año en el que retiraron las cartillas de racionamiento recuerdo las huellas de las hambrunas de los años 40 cuya realidad se fue debilitando en los 50, pero cuya memoria duró tanto como vivieron quienes las habían sufrido. Es el síndrome de Carpanta que Escobar reflejó cuando creó al siempre hambriento personaje en 1947. En los años 50 se decía de las mujeres delgadas, con conmiseración, que parecían tísicas. En cambio se celebraban las "carnes hermosas" de las macizas que "rebosaban salud". Eran esas señoras de brazos como muslos, pechera desafiante que llegaba siempre un rato antes que ellas como si los turgentes senos fueran sus heraldos, cintura atormentada por fajas de Iruzibieta, de Modelo o de Mónaco -cuya fachada y escaparate deberían ser declarados Bien de Interés Cultural- para acentuar las curvas y permitir la absoluta redondez de una trasera que, si le acompañaban los andares, hacía que se volvieran las caras de los señores, señoritos o aspirantes a serlo que tomaban el fresco en los sillones de mimbre puestos ante los casinos de Sierpes. Y este no era sólo un vicio español. En una famosa fotografía (no recuerdo si del maestro de paparazzi Pier Luigi) una ceñidísima Sophia Loren cruza una calle de Roma parando el tráfico y extasiando a una boquiabierta multitud.

Los bebés con rollos en brazos y piernas eran celebrados y las señoras se paraban para hacerles fiestas -"¡qué hermosura de niño!"-, mientras los delgaduchos eran compadecidos como "escuchimizaos", término que también se aplicaba a los hombres canijos. Los gordos presumían de sus "haigas" y sus tripas bien alimentadas, lujo que pocos podían permitirse en los años 40 y aún en los 50, exhibiéndolas bajo aquellos pantalones que casi llegaban a los sobacos. Tampoco nada nuevo o sólo español: los caballeros victorianos lucían sus barrigas como símbolo de su prosperidad.

Hoy los términos se han invertido y la obesidad es cosa de marginales. Como dice la boxeadora de Million Dollar Baby: "Mi hermano está preso, mi hermana engaña a la Seguridad Social simulando que uno de sus bebés aún vive, mi padre murió y mi madre pesa 142 kilos… En mi familia la desdicha se pesa en kilos". Vueltas que da la vida. Así que si estos días usted suda, no se queje. Le dirán que es un justo castigo a su "hermosura".

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