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Gran Poder 2020

Es el tiempo de conmemorar los 400 años del Señor. Y todo lo demás que nos podría parecer sólido se hace etéreo

Todos los años, cuando llega el 1 de enero, los ojos misericordiosos se vuelven hacia la plaza de San Lorenzo. En su basílica, aguarda el Señor del Gran Poder el comienzo de otro año, que es también el inicio de su quinario. Por mucho que vuelvan los ritos (nunca se repiten, nada es igual que lo que fue) conservan esa pureza del tiempo de la espera, que marca el camino en el que dejaremos las migajas de la vida. Ha llegado 2020, que no es un año más para el Gran Poder de Sevilla. Es el tiempo en que están conmemorando los 400 años del Señor. Y todo lo demás que nos podría parecer sólido, se hace etéreo, porque ante su andar valiente todo se desvanece, como el humo de un cirio que se apaga.

En Sevilla, 2020 será el año del Gran Poder. No hay nada comparable a sus cuatro siglos de amor. Cuando todavía podemos visitar la exposición de Martínez Montañés en el Museo, pensamos en lo que pudo ser y no fue el Año de Juan de Mesa. Esos meses increíbles de 1619 y 1620, en los que un genio que pasó muchos siglos en el anonimato, eclipsado por Montañés, fue capaz de tallar, nada más y nada menos, que el Cristo del Amor, el de la Conversión del Buen Ladrón de Montserrat, el Cristo de la Buena Muerte (actual de los Estudiantes, que hizo para la Casa Profesa de los Jesuitas) y… el Gran Poder. Tres crucificados impresionantes y el Señor de Sevilla. Dos imágenes (Amor y Buena Muerte) en las que Cristo aparece crucificado y muerto, con una elocuencia que rezuma la eternidad de la Vida verdadera. Dos imágenes (Conversión y Gran Poder) en las que Cristo aparece vivo. En una crucificado, en otra con la cruz al hombro, en ambas con una expresión que recuerdan al mismo Dios y al mismo Hombre, cuando el sufrimiento es más duro que su propia muerte.

En el calendario de 2020 están marcadas las fechas de otoño en las que el Señor visitará los barrios pobres. Esta vez, como si actualizara la leyenda de Araujo (que no sucedió tal como se cuenta), irá a buscarlos, a todos, también a los que no lo han visitado, y a los que no creen, y a los desesperados, e incluso a los que le odian. La hermandad que actualmente tiene como hermano mayor a José Félix Ríos, y en la que está presente la huella que sigue dejando su tío Antonio, elaboró un programa de actos muy atractivo. Pero eso es lo de menos, si se compara con lo principal.

Al salir el Gran Poder para esas visitas, no hace falta que salga nadie más, ni siquiera la Esperanza, que se quedará en la Macarena. Es una excepcional lección de humildad. Porque el Señor ya llevará a la Sevilla más mísera todas las esperanzas.

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