desde mi córner

Luis Carlos Peris

Gran orquesta, gran concertino

Qué alegría ver jugar como juega la selección y qué gozo disfrutar la excelencia de Xavi, enorme violinista

CONTINÚA siendo una delicia lo que a los pequeñitos de la selección española le sale por los pies. Sin Fábregas ni Iniesta, con Villa en el banquillo, he ahí a Silva y Mata para que todo siga siendo igual. Hay que ver cómo resolvieron, con cuánta presteza, el pleito de Praga, un rodeo que se nos resistía desde que el fútbol es fútbol. Jamás habíamos logrado ganar en la capital checa, pero es que en aquellos tiempos no teníamos a Xavi ni a Xabi, a Mata, Silva, Piqué, Sergio, Iker, tantos y tantos futbolistas que tanta gloria están trayendo. Qué gozo ver cómo esta gente emula a lo que a nivel de club repite y repite el Barça.

No se puede exhibir de forma más clara lo del puño de hierro en guante de seda. Pero es que lo más gratificante de todo esto es que la renovación generacional no parece que corra peligro. El único que se atisba en el horizonte es el de qué pasará cuando se vaya el excelso violinista de esta orquesta de virtuosos, el que se presume como único imprescindible. Se trata del barcelonista Xavi, un artífice del mejor fútbol que imaginarse pueda y que lleva camino de reventar todos los récords habidos y por haber. Tanto de azulgrana como de rojo, este catalán listo y menudo llegará a tener su vitrina particular como si fuese el escaparate de una enorme joyería o así.

Antier noche, a la terminación del partido en el Letna Stadion, el seleccionador checo, Michal Bilek, aquel jugador del Betis que fue expulsado por Urízar en Tenerife la tarde que debutó, dijo que sólo Xavi tenía más fútbol que un equipo entero. Así es, por lo que, asegurado el relevo generacional con lo que hay y con lo que viene detrás, sólo hay que preocuparse por la ausencia de un futbolista único y posiblemente irrepetible, por lo que pueda pasar cuando este egarense próximo a los treintaidós años y bajito no esté. Claro que mientras siga prodigando recitales como el que desarrolló en Praga seguiremos disfrutando y luego, que nos quiten lo bailado.

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