No hará falta que Greta Thunberg se dé una vuelta por Sevilla y se pasee un mediodía de agosto por la Avenida, sin una mala sombra en la que refugiarse, para que los sevillanos nos percatemos de que algo está pasando con el clima de nuestra ciudad en los últimos años y que esa tendencia se está acentuando. Además, ¿cómo vendría la adolescente sueca hasta aquí? Quizás en catamarán subiendo desde Bonanza y lo mismo había que abrirle el puente de la Delicias, lo que, seguro, lleva su carga de emisión de CO₂, sobre todo por los coches que tendrían que esperar a que la niña pasara para atracar junto al Acuario. El hecho de que la lucha contra el cambio climático tenga como icono y principal portavoz a una adolescente no es sino un reflejo más de cómo el mundo se está moviendo peligrosamente entre un infantilismo creciente y un populismo maleducado modelo Trump o Boris Johnson.

Pero no nos alejemos demasiado de la Avenida ni de Greta Thunberg. En Sevilla siempre ha hecho calor, mucho calor, en verano y nunca ha sido una ciudad en la que haga demasiado frío, pero en la que sí se pasa frío. Y dentro de las casas más frío que fuera. Pero ignorar que el cambio climático es una realidad que ha llegado para quedarse y que va a condicionar nuestra vida y las de nuestros hijos sería darle la espalda a la realidad.

No es un problema local, ni mucho menos. Es un problema global y dudo mucho de que los márgenes de maniobra que tiene la Humanidad puedan revertir la situación. Pero también existe ya suficiente evidencia científica para determinar que una parte no pequeña del problema se debe a la actuación directa del hombre sobre el medio ambiente. En esta cuestión es pertinente, como en casi todas, el lema sobre el que se sustentan las teorías del desarrollo sostenible: "Piensa en global y actúa en local". Y esa actuación local tiene que venir tanto por la concienciación de los directamente afectados como por la puesta en marcha de políticas que, aunque parezcan poco para un reto de tanta envergadura, son al final por lo menos igual de importantes que las que se pueden adoptar en las cumbres internacionales, la última de ellas la que esta semana ha concluido en Madrid, que hasta ahora se han demostrado bastante inoperantes.

Por eso no sobra que, tal como informamos hoy, el Ayuntamiento se meta a fondo en el tema y establezca cómo desde las políticas municipales se puede actuar para concienciar a los sevillanos del problema de lo que se llama emergencia climática y poner en marcha medidas que por lo menos haga más grato vivir en la isla de calor en la que nos estamos convirtiendo. A ver si así, si alguna vez viene a Sevilla, la joven Greta encuentra una sombra en la Avenida bajo la que guarecerse.