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la esquina

José Aguilar

Griñán incompatible

PIDE un lector que aclare mi afirmación, el pasado domingo, de que existe una incompatibilidad material entre ser secretario general del PSOE y presidir una comunidad autónoma como la andaluza. Lo que ocurriría si Griñán se ve con apoyos suficientes para sustituir a Rubalcaba sin dejar la Presidencia de la Junta, que es la estación final de su trayectoria política, según dijo a este periódico.

Vamos a intentarlo. Primero, esta comunidad no es cualquier cosa. Está entre las cuatro más importantes de España, por historia, economía y población y por protagonismo en la configuración de la España democrática. Exige dedicación exclusiva, entrega plena y una energía acorde con su grave situación económica y social. Los andaluces no entenderían que el presidente dedicara parte de su esfuerzo, tiempo e interés a las tareas orgánicas de su partido a nivel nacional. Es más, sería un desprecio a Andalucía que lo hiciera porque lo eligieron -indirectamente, dado que las elecciones no las ganó- para ocuparse de resolver los problemas de Andalucía, no los de un partido en España. Un ejemplo práctico: ¿sería legítimo que en el Palacio de San Telmo se celebrasen reuniones partidistas, se elaborasen documentos relacionados con el proyecto federal socialista o se utilizase la logística de la Presidencia autonómica para asuntos internos del PSOE? Ni los votos de los andaluces deben ser usados para eso ni los impuestos de los andaluces se pagan para financiar estas actividades.

¿Y qué decir del otro cargo, el de secretario general del PSOE? También requiere que su ocupante esté completamente disponible para la política nacional. Ya sería fuerte que el líder de la oposición no tenga su escaño en el Congreso de los Diputados, donde se cuece el grueso de la actividad política española. Eso sólo ha pasado por pura necesidad: cuando un partido ha sufrido tal derrota electoral que su máximo dirigente ha quedado fuera del parlamento. Desde luego, no es un ejemplo a imitar, sino a evitar. Por otra parte, el secretario general socialista tendrá que viajar con frecuencia a las distintas federaciones del PSOE, y no digamos cuando haya elecciones en cualquier autonomía. Esto quiere decir que habrá un sillón vacío en Sevilla y, por supuesto, que las otras siete provincias andaluzas se verán privadas de la presencia de su presidente. Ni siquiera una persona tan contenta consigo misma como José Antonio Griñán dispone del don de la ubicuidad.

Lo he visto siempre como un político con varias cualidades y un ser humano honesto y capaz, pero si termina por no entender esa incompatibilidad material, práctica, una de dos, o lo hará mal como secretario general del PSOE o lo hará mal como presidente de Andalucía. O de tres: hará mal las dos cosas. No sé si me explico.

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