DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

¿Y Griñán?

LA tesis es la siguiente: de tanto observar al PSOE, el PP ha terminado por infectarse con sus comportamientos y ahora vive una lucha de altos dirigentes por una sucesión mal resuelta. Las sucesiones son como las heridas, hay que cerrarlas cuanto antes. A saber: en el PP andaluz no hay facciones de históricas familias ni distintas sensibilidades ideológicas ni siquiera personas con ambiciones desmedidas que pudieran chocar entre contrarios; es más, cuenta con el mayor grupo parlamentario de la Cámara autonómica y todas las capitales de provincia. ¿Qué les pasa, pues? Pues lo que le ocurrió al PSOE cuando Manuel Chaves dimitió y le entregó el cetro a José Antonio Griñán, un problema sucesorio en el que el padre siente celos del hijo y el hijo quiere volar solo y, si puede, matar al padre. Psicoanalíticamente, claro.

Manolo y Pepe eran buenos amigos, salían a cenar con sus parejas y a ver cine, pero la amistad se extinguió durante una larga sucesión. "La política, que es muy mala", aseguró un día una amiga de ambos, Amparo Rubiales. Juan Ignacio Zoido fue un producto político de Javier Arenas, su apuesta para conseguir la Alcaldía de Sevilla, pero cuando el segundo dimitió no quiso que el otro le sucediera. A partir de entonces, la brecha emocional entre ambos se abrió, ya casi no son amigos, y Zoido se echó en manos, o al revés, de una enemiga declarada de Javier Arenas: María Dolores de Cospedal. Si visualizan que el motor que mueve la marejada del PP andaluz es la fricción entre Arenas y De Cospedal lo comprenderán todo. Para Javier Arenas debe ser muy duro admitir que el partido que construyó durante décadas, y que dejó al borde de la mayoría absoluta en el Parlamento andaluz, se pueda convertir en un bastión territorial de su secretaria general. Por eso, al candidato de Zoido y de Cospedal, que es José Luis Sanz, le salen contrincantes. Y como Arenas y De Cospedal son tan poderosos que no se pueden anular, el único que resuelve entre ambos es Mariano Rajoy.

Pero este artículo no va del PP, sino de la extraña relación paternofilial que dirigen las sucesiones. A eso vamos. ¿Dónde está José Antonio Griñán? Es la excepción. En el Senado. No se ha permitido ni una sola injerencia en el mandato de su sucesora, Susana Díaz. Aprendió la lección, se suele ver con ella, pero poco más. A la entrada del despacho de Susana Díaz, hay tres jarrones desorientados sin hallar su lugar adecuado en el pasillo: ninguno es Griñán. Su sombra no es alargada, la de Arenas, sí.

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