Azul Klein

Charo Ramos

chramos@grupojoly.com

Guardar las formas

Quien dijo que abrir el Museo a una fiesta frívola era invertir en imagen que se prepare para limpiar la polvareda

La semana pasada Sevilla y sus instituciones culturales nos dieron una buena y una mala noticia. Y ambas circularon desbocadas por la red de redes y han tenido resonancia global. La buena se llama Archivo de Indias y tiene que ver con la inauguración, el jueves por los Reyes, de la exposición que se convertirá en la referencia del Año Magallanes, El viaje más largo. El proyecto pone en valor la documentación oficial que de la Primera Vuelta al Mundo atesora el Archivo de Indias y brinda un contexto atractivo para que distintos tipos de público accedan a los secretos de esos legajos, mapas y cartas que nos enseñan el valor del sacrificio y la heroicidad que alentaron la gesta de Magallanes, Elcano y los más de 200 marineros de distintas nacionalidades que se hicieron a la mar hace ahora 500 años auspiciados por Carlos I de España. Entidades como la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de Escultura de Valladolid y los principales archivos estatales portugueses se han sumado a este magnífico proyecto expositivo, sabedores de que pocas instituciones tienen tanta autoridad en el siglo XVI y en materia americanista como el Archivo de Indias. Para obtener un fugaz posado oficial de los Reyes, tres ministros y la vicepresidenta del Gobierno los periodistas acreditados esperaron una hora y media, de pie, sin salir de las zonas acordonadas, lo que les permitió recrearse en la famosa escalera de mármol de Cintora pero les impidió captar el no menos célebre traspiés de doña Letizia.

Un día después, el viernes 13, el Museo de Bellas Artes de Sevilla cerró sus puertas a las tres de la tarde, seis horas antes de lo establecido, para acoger un evento privado a mayor gloria de una revista del corazón que no pagó un solo euro por hacer uso de las instalaciones y de la colección artística más importante del sur de España. Los convidados posaron, bebieron y disfrutaron muy cerca del San Jerónimo de Torrigiano, y por todas las imágenes que han compartido en sus cuentas de Instagram sabemos que no faltaron selfies en la casa de Montañés, Ribera y Murillo. La publicación, faltaría más, concedió uno de sus premios al Bellas Artes. En poco tiempo la noticia nos convirtió en el hazmerreír de los mismos que un día antes nos habían admirado. Los adversarios políticos aprovecharon las redes sociales para pedir el cese de la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico. De momento nadie ha dado la cara ni se ha llevado el tema al Parlamento. Quien pensara que ceder gratis el museo para un sarao de pijos era invertir en promoción que se prepare para limpiar la polvareda que ha levantado.

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