Ayer se oficializó la incertidumbre. Sánchez y el Gobierno catalán tomaban posesión de sus cargos a la vez. Mientras Torra reivindicaba la república independiente de Cataluña, celebraba como patriotas a los golpistas huidos o encarcelados y acusaba al Estado español de represor y antidemocrático, cerrando su intervención con un "¡Viva Catalunya libre!", Sánchez tomaba posesión como presidente de un Gobierno débil que, por carecer de los escaños suficientes, depende de apoyos antisistema, eurófobos, xenófobos, independentistas, herederos del entorno etarra, decididos a demoler lo que llaman el Régimen del 78. Estos males no están en el ADN del PSOE, que ha gobernado muchos años esta nación demostrando su sentido del Estado. Pero ha sido el caballo de Troya que ha permitido que los anticonstitucionalistas tengan una enorme capacidad de presión sobre sus débiles 84 escaños. Por eso Torra pidió ayer a Sánchez que "asuma riesgos".

Hace sólo una semana un mismo y distinto Sánchez decía: "Torra representa lo contrario de los valores constitucionales y los valores europeos que tienen que ver con la solidaridad, el respeto a la ley, la integración y la no la exclusión en función de caracteres etnicistas… La xenofobia y el racismo no habían tenido en España representación política. Pues bien, ya la tenemos en la persona del señor Torra que es, ni más ni menos, que el Le Pen de la política española. Por eso el PSOE va a estar siempre enfrente de sus postulados y su política".

Pues ya no está enfrente. Ahora el partido de ese Le Pen, más ERC, más Podemos y sus sucursales antisistema, más Bildu le han hecho presidente con la inestimable ayuda de la corrupción institucionalizada del PP y la ceguera de Rajoy para afrontarla. Poco tardarán los perros de su trineo en intentar devorar a Sánchez. El jueves Pablo Iglesias le humilló poniéndole los deberes. El viernes su victoria fue jaleada con el "sí se puede" de Podemos como si ellos hubieran ganado y comenzaran a comerse al PSOE. Ya se verá que pasa porque el PSOE no es IU y se le puede atragantar. Salvo que Sánchez se lo corte a cachitos.

Somos una democracia. Se han respetado los procedimientos. Esto no es un apocalipsis. Pero se inicia un tiempo incierto en el que un partido constitucionalista gobernará en exigua minoría apoyado por anticonstitucionalistas e independentistas mientras el dinosaurio catalán sigue allí.