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crónica personal

Pilar Cernuda

Habla Aznar

HABLA Aznar y punto en boca. Habla Aznar y en el PP se vive una sensación de alivio que debería provocar una profunda reflexión en Mariano Rajoy. Habla Aznar y la mayoría de los militantes y votantes del partido respiran con alivio: alguien dice lo que querían escuchar, alguien de las alturas piensa lo mismo que ellos, alguien que continúa siendo una voz y una presencia autorizada en el partido se expresa con la energía que esperaban.

Aznar no dijo nada que no esté en boca de la mayoría de la gente que se declara del PP. Pero si parte de los dirigentes, y por supuesto la mayoría de los militantes y votantes, se sienten decepcionados -porque se sienten decepcionados- es porque echan en falta no ya que se cumplan los puntos clave del programa electoral y algunas de las iniciativas que presentaron a bombo y platillo a principios de años y que duermen el sueño de los justos; se sienten decepcionados entre otras cosas porque, además de no ver avances en la lucha contra la crisis económica, ven también que ante los desvaríos secesionistas de Cataluña el presidente del Gobierno no se ha expresado con suficiente contundencia.

Se le ha visto poco a Rajoy, aunque siempre se le ve poco. Ocupado en sus gestiones internacionales de las que tanto dependen las soluciones económicas, está dejando libre un flanco que es fundamental para un jefe de gobierno: la cercanía de los ciudadanos. Que los ciudadanos sientan que se preocupa de lo que les preocupa, que está atento a las cuestiones que más les afectan. Y el debate independentista de Cataluña preocupa tanto a los españoles en general -incluso a un porcentaje relevante de catalanes- y a los votantes del PP en particular, que Rajoy tendría que hacer un alto en el camino de su trabajo internacional y sus medidas presupuestarias para ponerse al frente de la manifestación y decir un día y otro y otro que sabe qué tiene que hacer si los independentistas catalanes se empeñan en romper España.

Cuando los ciudadanos se sienten profundamente inquietos por el presente y el futuro de un país, y encima se envenena la situación con un proyecto secesionista que convierte la inquietud en angustia, los dirigentes políticos deben utilizar todos los resortes que tienen en su mano, que son muchos, para que esos ciudadanos perciban que están en buenas manos y no hay motivo de alarma. Los ciudadanos deben sentir que los políticos sienten como ellos, les dan afecto, comprenden sus problemas porque también son sus problemas, y además están trabajando para encontrarles solución.

Que tome nota Rajoy: algo está haciendo mal cuando Aznar se convierte en el referente al que se mira buscando un punto de estabilidad en el que sentirse seguro.

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