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Crónica personal

Pilar / cernuda

Hace un año...

HACE un año, víspera de Reyes, el rey Juan Carlos repasaba con sus colaboradores el discurso que debía pronunciar a media mañana del día 6, Pascua Militar.

Siempre don Juan Carlos ha dado relevancia a ese discurso. Porque se siente profundamente militar y porque admira el trabajo que realizan los militares españoles dentro y fuera de España. Todos los años ha elogiado su espíritu, su patriotismo, su generosidad y su dedicación, y todos los años ha recordado el papel que desempeñan en países extranjeros, en zonas de gran peligrosidad en donde ponen en riesgo su vida, bien para contribuir a la lucha internacional contra el terrorismo islamista, bien para cooperar en misiones humanitarias no siempre bien conocidas por la sociedad civil.

Hace un año ese discurso cambió la historia. Don Juan Carlos, como ha confesado a Fernando Ónega, llevaba un tiempo dando vueltas a su abdicación, pero reconoce lo que muchos analistas ya habían considerado fecha clave: los errores cometidos al leer su discurso en la Pascua Militar puso en marcha los mecanismos del relevo. Problemas con la luz, el desorden en las hojas de su discurso, o el cansancio acumulado, impidieron que sus palabras y su mensaje llegaran nítida y claramente a la familia militar, y asumió que había llegado el momento de que se produjera el cambio en la Corona.

Este martes por tanto será Felipe VI, capitán general de los Ejércitos, quien pronuncie su primer discurso en la Pascua. Un buen número de los invitados han sido compañeros del Rey en las academias, y en los próximos años entre los jefes de Estado Mayor de los tres ejércitos se encontrará alguno de quienes han compartido estudios y momentos de ocio en Zaragoza, Marín y San Javier.

Don Juan Carlos ha pasado de forma voluntaria a una segunda línea, pero sigue en contacto con los militares compañeros y amigos, y mantiene relación estrecha con muchos de los jefes que asistirán a la Pascua.

Hace un año, don Juan Carlos dio un paso atrás, pero don Felipe ha tenido la inteligencia, y la sensibilidad, de no enviar a su padre al retiro. Le consulta, cambia impresiones, le encomienda misiones de representación y alguna de mediación, y le escucha. Tenemos un Rey que en apenas seis meses ha dado un vuelco a la imagen en declive de la Monarquía, pero ese Rey comprende que a pesar del declive, su padre es un estadista de primera categoría. Como puede serlo él mismo: de momento, su trabajo es impecable, y se espera con expectación su primer discurso militar.

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