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El poliedro

Hacedlos deberes

El Gobierno confiesa no tener mucha capacidad de maniobra ante la crisis tras las liberalidades electoralistas

LA desnudez, una vez que es tal, suele eliminar barreras. Me refiero a la que se produce en un hospital, en un vestuario, en la extinta talla de los quintos que van a hacer la mili, en una sauna. En concreto, en uno de estos cajones de madera en los que se sufre el sofoco para combatir el estrés o la tensión arterial alta, pueden escucharse y mantenerse conversaciones en las que dos o tres desconocidos abren su corazón sin tapujos. Quizá en Finlandia, cuna del suave suplicio del sudor y la toalla, la gente no tiene reparo alguno en mantener el silencio en proximidad física, pero nosotros los hispanos tendemos a llenarlo como sea: fútbol, alcalde, Telma, chiki-chiki, Rocío sí/no, Zapatero... y la crisis, claro. Entre el vapor de agua, he sido testigo esta semana de un debate de lo más sustancioso acerca de la situación económica.

El ponente Nº1, desde una acreditada experiencia como auditor, sostenía que el origen de todos los males estaba en las subprime y en el golferío de una banca americana que, como huida hacia adelante, necesitaba justificar sus planes de negocio aun a costa de la ruina de mañana, concediendo hipotecas sin ton ni son, ni garantía, con el consiguiente efecto dominó, etcétera, etcétera. El ponente Nº2, que apeló a la sapiencia desde su condición de ex-presidente de una institución financiera, desautorizó desde su ex-cargo, y sin ambages, al ponente Nº1, y señaló a la escasez de liquidez y confianza entre los agentes del sistema financiero como madres de todas las crisis. El ponente Nº3, promotor en apuros, se quejaba de que "todo eso está muy bien, me parecen diagnósticos muy brillantes, pero ahora díganme ustedes qué se puede hacer para solucionar lo nuestro". La cercanía de la sofoquina desmontó la conversación, y todos salimos de la sauna buscando aire fresco sin acabar de dilucidar si eran galgos, podencos o chuchos los causantes de la zozobra. Sin embargo, ayer viernes, María Teresa de la Vega y Pedro Solbes, los vicepresidentes del Gobierno, le han dado una respuesta al ponente Nº3: búsquense ustedes la vida, sin acritud.

De la Vega reiteró lo que ya había adelantado el propio Solbes el jueves de esta misma semana: que con la liberalidad inexplicable de los 400 euros parar todo el que contribuya no hay más margen gubernamental para paliar la crisis y frenar a los mastodónticos delanteros de la recesión: el Estado postkeynesiano y árbitro no es lo que era. Solbes, por su parte, pidió ayer a las empresas que tomen el liderazgo y "hagan los deberes". Como quien pide a su hija que escriba la tabla del siete del derecho y del revés o se queda sin ver Disney Channel, el sabio ministro de Economía español proyecta una parte de sus responsabilidades en los empresarios mediante el sutil recurso al consejo ortodoxo: diversificad, id a las renovables, sed productivos, innovadores, competitivos. Le ha faltado mencionar que, en el caso de los implicados en el ladrillo, mejor hubieran reservado parte de los copiosos excedentes de diez años en prever los cambios de ciclo y los pinchazos de burbuja, y no haber mantenido todos los huevos en la misma cesta. En cualquier caso, aunque sin llegar a entregar la cuchara, las caras menos bonitas de nuestro Gobierno han hablado entre líneas: hay que apretarse el cinturón.

Los que no parecen entrar en razón son los sindicatos. Fuerza estabilizadora y partícipes de los fondos y los foros más granados, los representantes oficiales de los trabajadores más protegidos han decidido pedir -en plena vorágine de malos presagios- que la construcción haga jornada intensiva en verano en ciertas provincias que no lo hacen, en aras "de la prevención y la seguridad laboral". O sea, ignorando los planes obligatorios y costosos que ya existen en esa materia. E ignorando también la multiplicación de horas extras que se da en el periodo estival en el sector, o los sueldos millonarios de especialistas del sector. Haciendo los deberes antes la crisis, a su manera.

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