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En tránsito

Eduardo Jordá

Hebreo, árabe y muerte

YAHUDA Amijai murió en el año 2000. Mahmud Darwich en agosto del año pasado. Los dos eran poetas y los dos podrían haber sido amigos. De hecho, se admiraban, y en alguna ocasión estuvieron a punto de encontrarse, aunque el encuentro se canceló en el último momento, quizá porque aquel encuentro podría haber sido interpretado como un gesto de debilidad, o peor aún, de cobardía. Pero lo importante es que a los dos les gustaban las mismas cosas: las mujeres, los cafés, los salmos antiguos, la poesía norteamericana, y sobre todo la Ciudad Vieja de Jerusalén, en la que uno vivía y en la que el otro se negó a vivir, aunque fuera la única ciudad que podía llamar suya. No creo que haga falta añadir que Amijai era israelí y Darwich era palestino.

No sé si alguien ha hecho el experimento, pero si se leen los poemas de Amijai en árabe parecen poemas escritos por un palestino, y al revés, muchos poemas de Darwich parecen poemas que cantan la herencia trágica de los judíos después del Holocausto. "La ciudad donde nací fue destruida por los cañones./ El barco al que subí fue hundido después, en la guerra./ El granero de Hamaddia donde amé fue quemado./ El quiosco de En Gedi fue bombardeado por los enemigos". Estos versos son de Amijai, pero bastaría cambiar algunos topónimos para que pudieran ser versos de Darwich. Otro poema de Amijai concluye con un verso que suena como un responso: "Y todo en tres idiomas: hebreo, árabe y muerte". Darwich podría haber escrito lo mismo.

Un amigo palestino me envió una foto de la tumba de Darwich. Está en Ramallah y sólo tiene su nombre y este verso suyo: "En esta tierra la vida merece ser vivida". No sé dónde está la tumba de Amijai, aunque supongo que está en Jerusalén. Le pediré a un amigo israelí que vaya a verla. Este amigo judío es poeta, igual que mi amigo palestino. Uno se llama Yuval Ben-Ami, el otro Anas Alaili. Los dos tienen la misma edad y los mismos gustos, aunque no se conocen ni creo que puedan conocerse. Anas nació cerca de Ramallah. Yuval nació en Tel Aviv. Anas creció oyendo los insultos de los soldados israelíes en las calles de su ciudad. Yuval podría haber sido uno de los soldados que le insultaban, cuando tuvo que hacer el servicio militar obligatorio.

Ahora pienso en Anas Alaili, que está en Palestina, y en Yuval Ben-Ami, que está en Tel Aviv y que es uno de los pocos israelíes que se manifiestan contra los bombardeos de Gaza. Y pienso en Yehuda Amijai, enterrado en Jerusalén, y en Mahmud Darwich, enterrado en Ramallah bajo este verso: "En esta tierra la vida merece ser vivida". Todos podrían haber sido amigos, pero las palabras de todos ellos, las de Amijai y las de Darwich, las de Anas y Yuval, todavía se escriben en hebreo, en árabe y en muerte.

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