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Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

Hedor interior

EN las alcantarillas también se defiende al Estado, qué duda cabe. España sabe de guerras sucias que se suponían pasadas, olvidadas, pero el hedor delator ha buscado su escape por una trampilla olvidada en el despacho del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, el mismo cuadrilatero que un día visitó Rodrigo Rato. Está mal pecar de hipocresía, todos suponíamos que el Estado, dicho así, a lo grande, hegeliano, casi nunca pierde, y que se estaba empleando a fondo contra el secesionismo catalán, pero tampoco nos podemos revolcar en el cinismo. La revelación y presecución de los negocios ilegales de la familia Pujol necesitó de acciones poco ortodoxas, pero legales: agentes españoles visitaron un banco en Andorra, fotografiaron una pantalla con los movimientos del honorable y, de vuelta a España, se la entregaron a un juez.

Sólo es posible actuar así: o bajo la tutela judicial, en cuyo caso el ministro del Interior sobra, o mediante una dirección de mandos, incluido el político, que se debe judicializar con prontitud. Lo demás es corromper el Estado de Derecho y limpiarse con las garantías; es corrupción y utilización espúrea del poder otorgado. A todo esto es a lo que debe responder el ministro de Interior, a esto y al ridículo. Aquí se graba al ministro en su despacho, se guardan las cintas durante dos años y se publican cuando más daño electoral pueden hacer. ¿Cuánto y de qué hay grabaciones? Fernández Díaz debe salir lo antes de ese despacho, donde las figuras negras de las alcantarillas se están matando entre sombras y porquerías. Pero lo uno, la intención del grabador no elimina la gravedad de la actuación.

La llamada policía patriótica, un grupo de mandos reclutados por la dirección de Interior, investigaba por cuenta propia, le endosaba a la Udef y a otros cuerpos policiales los resultados y, si los jueces lo rechazaban, los filtraban a la prensa con ese membrete de autoridad. Discípulos de Fouché. Es el caso de la supuesta fortuna de Trías, el ex alcalde de Barcelona, en Suiza. O del ático de Ignacio González en Marbella, que aparecía y desaparecía como el Guadiana, porque, y ésta es la prueba de la maldad, ya puestos, el instrumento servía para salvar a los amigos y condenar a los contrincantes. Durante la Semana Santa de 2014, Interior explicó que investigaba "el fraude masivo" de cursos de formación en Andalucía por valor de 2.000 millones de euros, incluido a los dirigentes del SAE. Esta pieza acaba de ser archivada, pero sí, se consiguió el daño buscado.

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