Visto y oído

Francisco / Andrés / Gallardo

Hormigueos

PABLO Motos se puede permitir las esperanzas, los consejos e incluso los desplantes si quisiera. Pocos tienen su suerte en estos tiempos de que le suban el caché un 20% para él y sus programas de colaboradores anfetamínicos durante una migración de cadena. En su despedida en Cuatro recordaba que por su enjuto mojamuto aspecto le dijeron muchas veces que no podría aspirar a salir en la tele. Pero él, como dice, se atrevió a soñar y pidió lo imposible.

Por lo pronto se cuajó en la radio, que es la mejor cantera para avivar el olfato y la creatividad, y después tuvo la suerte de que su casa de toda la vida, Sogecable, Prisa, anduviera a la desesperada cuando decidieron probar su proyecto de El hormiguero en las escondidas tardes de los domingos. Hay que estar en el momento preciso y en el lugar (empresa y parrilla) exactos. El hormiguero tiene su miga, es a ratos divertido, a veces irritante, siempre curioso y con ganas de innovar, e igual que se asentó en las noches cuando los telediarios se extienden, también podría haberse despeñado por la indiferencia o el olvido. Es cuestión de suerte y también de trabajo, dos premisas que mueven esta tramoya, Deus ex machina, de entretener a domicilio.

Motos, en su despedida, sacó pecho, él que también puede, con unas imágenes recopilatorias de todos estos años que corroboraron que por su programa pasó todo el artisteo estadounidense que puso los pies por Madrid. Los actores, como los escritores, no tienen programas donde ir para hablar de su libro/película. Por lo menos siempre les quedará achicar los ojos mientras contemplan tras las gafas los experimentos de quimicefa del Hombre de Negro, con Motos de chamán. Las hormigas, bueno Juan y Damián, son lo más valioso que se lleva Motos en la maleta. Nos imaginamos que él lo sabrá. Y los de Antena 3, también.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios