Un día en la vida

Manuel Barea

mbarea@diariodesevilla.es

Hostilidades en el tranvía

El Metrocentro ha entrado en una vía muerta que acaba en el 26-M. ¿Seguirá Espadas de maquinista?

El alcalde, Juan Espadas, va a buscar ahora entre el vecindario y los comerciantes -que también son vecinos- el mayor respaldo posible a su proyecto (heredado) del tranvía: la ampliación hasta la estación de Santa Justa. Es una búsqueda que se desarrollará en plena temporada electoral, con la cita de las municipales al fondo, el 26 de mayo, con el Ayuntamiento como objeto de codicia. Con el PP, Ciudadanos, ¿y Vox?, intentando la repetición de la jugada del pasado 2-D en las autonómicas. Si van a quitar de en medio a Susana Díaz, poniendo así fin a la cuarentena socialista en la Junta, ¿por qué no hacerlo con Espadas, que lleva en la Alcaldía sólo tres años y algunos meses? Parece que han puesto manos a la obra.

El bloqueo al proyecto de ampliación del tranvía en el último consejo de la Gerencia de Urbanismo ha sido un envión violento contra Espadas y su gobierno. Y aunque la derecha ha sido la que más ímpetu ha puesto en el empellón y la que ha ha gritado "¡ahora!", la izquierda también ha empujado. Dirá que por motivos muy distintos, pero el efecto es el mismo: la caída del proyecto.

Y habrá -hay- múltiples causas de índole técnica (urbanísticas, medioambientales...) y, por supuesto, financieras, que resultan clave, pero lo que no puede ocultarse es que hay una evidente operación política. Es una estrategia legitimada por el mismo juego -tantas veces tramposo, tantas veces dominado por tahúres- al que nos hemos apuntado. El tranvía no se iba a quedar fuera del tapete. Era la apuesta de uno de los jugadores, y por lo tanto estaba sujeta al farol, al rentoy, al órdago y desde luego al pot. Viéndose en su peor momento de la partida, Espadas va a pedir ahora el comodín del público, que es una manera como cualquier otra de llamar a los votantes. Encontrará abrigo, sin duda, pero también desafección y rechazo, consecuencia probablemente de la escasa consideración con que fueron atendidas algunas de las alegaciones al proyecto de empresas, entidades, organizaciones y colectivos ciudadanos. ¿Les va a prestar Espadas ahora más atención? ¿Y por qué no lo hizo antes?

El tranvía, con ese feísimo nombre de Metrocentro, ha entrado en una vía muerta. Y aunque discurre sobre la superficie tiene ahora todas las pintas de circular renqueante por un túnel en cuyo final no asoma ni un rayo de luz. Algunos ya han decidido que tiene que ir a parar, de momento, a un hangar en cuya puerta se lee 26-M. Y luego ya se verá. Porque su futuro depende de lo que ocurra ahí dentro. Ese va a a ser el único apoyo válido o el único rechazo definitivo que puede recabar. Ahí se verá si el vecindario quiere que Espadas siga de maquinista o si prefiere a otro.

Así que de momento, mientras el cuerpo aguante, seguiremos yendo a cada sitio como siempre: andando.

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