NI la presencia de seis premios Nobel, en el evento científico de más enjundia organizado hasta la fecha en Sevilla, ha sido palanca suficiente para que la inauguración del nuevo Palacio de Congresos, ampliación a la vez del preexistente, no se demorara más y tuviera lugar precisamente hoy, jornada de apertura del XXII Congreso Mundial de Bioquímica y Biología Molecular. Lastimosa e irrepetible oportunidad perdida para maridar continente y contenido en aras a potenciar, hacia dentro y hacia fuera, la vertiente internacional de Sevilla.

Cuando en 2006 la candidatura de Sevilla ganó en Kioto la realización, por vez primera en España, de este congreso trianual, se exhibió el diseño del nuevo Fibes y se daba por hecho que en 2012 llevaría años en funcionamiento. Con todo previsto por parte del comité científico organizador, les han dado calabazas por el enésimo retraso en el complejo diseñado por Vázquez Consuegra. Las naves de la Feria de Muestras serán su sede. Está claro que pueden albergar un evento como éste. Aunque se echará en falta, para las sesiones plenarias, el mayor aforo del flamante auditorio.

Así las cosas, dicho recinto se estrenará con un espectáculo de la Bienal de Flamenco dedicado a Camarón. Y el Ayuntamiento hace gala de su actividad en otoño en función de las giras de Raphael, Antonio Orozco o Vanessa Martín. Mi respeto a esos artistas y a la memoria de Camarón. Pero una inversión tan descomunal como la sufragada en Sevilla Este tenía que despegar con su verdadera finalidad: la de captar congresos y convenciones de primer nivel internacional. Y da la casualidad de que tenemos uno de carácter excepcional, con miles de personas procedentes de todo el mundo, en el que además se abordan temas cruciales de la ciencia y de la medicina que a todos nos atañen, y lo desaprovechamos para su celebración, para la promoción mediática y para resituarnos en la industria congresual.

El gran rival de Sevilla es Sevilla.