Previsión El tiempo en Sevilla para este Viernes Santo

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Hoy es siempre todavía, Macarena

La más cierta imagen de la vida, esta y la eterna, es tu cara trascendentalmente hermosa

La Resolana desierta a las 12. La campana de la parroquia de San Lorenzo dando la una en la plaza vacía, sin que se oiga descorrerse el cerrojo de la Basílica. Amanecer en Cardenal Spínola sin golpes en las canastillas para alzar los cirios, sin racheo, sin Señor. Mañana en Feria, Relator, Parra, Escoberos y Resolana, sólo habitadas por un silencio atroz y una ausencia intolerable. El silencio de esta Madrugada ha sido el largo minuto que ha guardado Sevilla en memoria de tantos muertos. El de esta mañana es el Réquiem sevillano por ellos.

No hay Oficio de Difuntos más desgarrador, ni Lacrimosa que parta más el alma que tu ausencia, Macarena. Ni Tomás Luis de Victoria, ni Mozart, ni Verdi, ni Berlioz expresaron con sus Réquiem tanta tristeza como Morales, Cebrián, Gámez Laserna, Braña, Moreno o Hurtado no sonando para ti esta mañana. Ni los más severos funerales expresaron tanto luto como estas calles sin ti, sin terciopelo, plumas blancas y pueblo, sólo bares con los cierres echados y balcones vacíos. Si la más cierta imagen de la vida, ésta y la eterna, es tu cara trascendentalmente hermosa en la mañana del Viernes Santo, la más triste imagen del luto por tantos miles de muertos en estos días terribles son estas calles vacías de ti.

Porque te conocemos, Esperanza, te imaginamos echándonos tanto de menos como nosotros a ti. Tu camarín espléndido es celda; tu altar, lejanía; tu Basílica, cárcel. Tienes hambre de calle, madre feliz en la bullas, nunca saciada de cariño, nunca agobiada por tantas ausencias que consolar, tantas heridas que besar, tantos corazones que curar. Quieres paso desde el que darte, puerta que se abra para echarte a las almas que te aguardan, lágrimas que al verte absuelvan pecados y errores. Esta mañana, tú, tan humana, estarás tan triste como nosotros. No por no salir -una anécdota en 425 años-, sino por la tragedia que lo ha impedido, por tantos hijos tuyos muertos.

Pero no te traicionemos. En la Macarena, como dice el proverbio machadiano, hoy es siempre todavía. El Domine Iesu del Réquiem pide "que el abanderado san Miguel los guíe a la santa luz". La santa luz de Dios tiene en Sevilla por nombre Esperanza y por apellido Macarena. Y es san Miguel, cuando se alza y cae lanceando en cada golpe de llamador al dragón de los adioses y la muerte, quien nos trae nuestra Invicta spes credentium, la Esperanza invicta de los creyentes.

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