Cuchillo sin filo

Francisco Correal

Hoy también es 9-M

Ala literatura y el periodismo les une una tradición de relaciones promiscuas. Así reza el subtítulo del libro que fue tesis doctoral de Albert Chillón, para quien su madre eligió este nombre en recuerdo de su grata experiencia en el servicio doméstico de Albert Camus cuando fue emigrante en Francia. El libro, con prólogo de Vázquez Montalbán, me lo regaló mi amigo Antonio Sánchez, hijo de la frontera de Martín de la Jara, el único jornalero que llegó al consejo asesor de Radio Televisión Española.

Quizás a esa promiscuidad pertenezca una confusión interesada que determinados sectores de la sociedad hacen cuando intentan confundir información y opinión. Las opiniones son libres, los hechos son sagrados. Es el primer mandamiento de la ley del buen periodismo. Es interesante lo que ha ocurrido en esta última andadura política. Hoy se cumplen dos meses de las últimas elecciones generales. Aquel 9-M ya tan lejano en que callaron los mítines y hablaron los pregones que anunciaban lo que venía una semana después. Los caprichos del calendario: hoy también es 9-M, pero faltan sesenta días menos para que empiecen los Juegos Olímpicos de Pekín.

Hasta hace dos meses, hablar del aumento del paro, de la desaceleración, de la demanda del consumo o el alarmante descenso en la construcción y venta de viviendas era catastrofismo: opinión. Ahora, dos meses después, hablar en esos mismos términos es periodismo: información. ¿Qué ha ocurrido para que alguien pase de augur de mal agüero a sabueso del Watergate en tan poco tiempo?

No está tan lejos de la filosofía de la Información y Turismo o de aquellos soliloquios con el diablo que se atribuía Gabriel Arias Salgado la política informativa de un Gobierno que descalifica los hechos por considerarlos opiniones -por tanto, opinables- y articula una propaganda superlativa para vender sus opiniones como hechos tan sagrados como los presupone el blasón del buen periodismo. Es divertido asistir en tan poco tiempo a este salto del catastrofismo al periodismo, de la intoxicación a la exclusiva. Y lo hacen con una oposición tumbada en la lona. Mala cosa para el Gobierno una réplica tan feble. Lo que nos hace fuertes y grandes es la fortaleza y grandeza de nuestros adversarios. No es la sinopsis de una novela de caballerías. Si no existe el adversario, el ser humano se lo inventa. Y lo encuentra en sus aliados.

Se han ido Acebes y Zaplana y no he oído ninguna dimisión de tantos tertulianos que hicieron de esta pareja el epicentro de sus denuestos. En su fuero interno, estos muecines habrán lamentado la marcha de los santones de su pimpampún. Los que les servían para dar por hechos sus opiniones.

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