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Tacho Rufino

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Iglesias abraza la verdad

Cabe concluir que para Pablo la ideología es un arma para engatusar votantes

Durante un tiempo de vino y rosas, con tono grave y mientras clavaba su pupila en el mirar de la chica, un amigo solía afirmar: "Soy firme partidario de la mentira". Cuestión de técnica y de táctica. A duras penas, los que bien lo conocíamos podíamos contener la carcajada, porque este hombre no ha sabido mentir nunca, ni creo que lo haya intentado salvo en episodios extremos. He recordado esta muletilla de seducción cuando escuché ayer en la radio de buena mañana la frase de Pablo Iglesias sobre el conflicto prebélico entre Rusia y Ucrania: "Yo ya no soy político y puedo decir la verdad". La frase está entre adicción a la viralidad de la que tanto ha vivido el ex jefazo indiscutido de Podemos, la franqueza de un San Pablo sin Dios -con su propia divinidad se apaña- al ver la luz tras caer del caballo de la vicepresidencia del Gobierno, y la pericia en estos asuntos que se le supone a un profesor de Ciencias Políticas (y Derecho). Ahora, de forma temporal, trabaja para la Universitat Oberta de Catalunya en un proyecto sobre discursos ideológicos en las redes sociales. Locutores, plumillas, tertulianos y gente de cualquier perfil hemos deducido una conclusión: el político Iglesias mentía por sistema. Y otra: los políticos no pueden decir la verdad. Otra más: Iglesias sabe decir la verdad, y eso hace más grave que nos haya estado mintiendo como gobernante. Y es que él no quería, como la Eva ante la manzana de Martes y Trece. Como Chus Lampreave de portera de Almodóvar: "Soy testiga [y analista estratégico], y mi religión [la de ahora] me prohíbe mentir".

Pablo nos dice su verdad. Rusia se siente amenazada por que Ucrania se junte con la OTAN, y a la Unión Europea no le interesa nada una Ucrania amiga y con ganas de formar parte del club continental ni del atlántico norte. O lo que es la cara B de esa moneda: no le interesa nada la enemistad de Putin, su ejército, su espionaje y sus misiles nucleares, ni el corte de su gas. De paso, le arrea al PSOE, que deja claro desde el Gobierno de la nación su compromiso con alianza atlántica. La guerra existe desde el origen de los tiempos, y es mejor que no te coja desarmado y cantando por (el grandioso) Lennon: si vis pacem para bellum. Pero volvamos a las palabras epatantes -qué te gusta, Pablo- del madrileño ya con la coleta cortada: "Las relaciones internacionales no son cosa de ideología, sino de intereses de empresas y estados". Aserto plausible, del que cabe concluir que, para Iglesias "el verdadero", la ideología es un arma para engatusar a votantes. El resto, la jodida vida.

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