Generosidad, dinamismo, intensidad y viveza son sumandos que dan un nombre propio: Sevilla Fútbol Club. Si alguien debió salir ganador en la noche de Nervión, ese fue el equipo de Montella. Fue superior de campana a campana a esa tropa que han puesto en manos de Mourinho a golpe de obscena chequera. Todo acabó sin goles, pero desde que el marcado en campo contrario vale oro, las tablas sin goles es buen resultado.

Al descanso llega vivo el United porque su puerta la guarda un tipo que no parece de este mundo. Sobre todo, cuando al borde del tañido final le saca a Muriel un testarazo a quemarropa. Hubiera sido justo que ese remate del colombiano hubiese ido dentro. El Sevilla, más que nada a babor con Escudero y Correa desdoblándose, apuraba a los ingleses, que habían perdido a Ander Herrera demasiado pronto en beneficio de un Pogba que no vive su mejor momento.

A la vuelta de camerinos, el Sevilla se supera a sí mismo y a fuer de redaños no exentos de coherencia y buen fútbol va al asedio de esa fortaleza que tiene en David de Gea su mejor adalid. A base de llegar antes que el contrario absolutamente a todos los balones, el partido se juega en campo inglés. Cierto es que, exceptuando una ocasión clara de Sarabia y las escaramuzas de Muriel, las oportunidades de gol brillan por su ausencia, pero tanto va el cántaro a la fuente, se piensa...

Acabará el pleito sin goles y hasta con algún apuro de última hora para Sergio Rico, cuando Mourinho optó por la calidad de Martial. La nochecita de Lukaku no daba pie a un gol inglés y la cosa acabó no mal para el Sevilla. El hecho de no haber encajado en casa da mucho pie a la esperanza. El cero-cero en la ida es un resultado más que aceptable para el viajero, por lo que cuando sea martes 13 en todos los calendarios de marzo, el Sevilla puede soñar en el Teatro de los Sueños.