LA 1 estaba ayer en modo 1975 después de la aparición del presidente del Gobierno (de aspecto casi enlutado) anunciando la abdicación. La sombra de Arias Navarro planeó por TVE, que dio paso a algunos momentos de la denostada entrevista de Hermida, que sólo vino en su momento a arañar aún más la imagen de un rey anciano y anclado en sus mejores recuerdos. El Rey se presentó después en el tajo, en su despacho, con una foto del pasado y otra del futuro, en un discurso sin fisuras.

TVE parecía desbordarse y las demás cadenas, recuperadas del impacto y de tirar las escaletas a la papeleras a primera hora, reaccionaron de inmediato con contertulios, conexiones y entrevistas, inclusive Canal Sur. Pero las más listas, los mamíferos tipo Podemos en un mundo de dinosaurios, fueron La Sexta y Cuatro, movilizadas con prontitud con el burbujeante Ferreras y un Jesús Cintora siguiéndole la pista. Al rojo vivo se presentó con Francisco Marhuenda, al que no le faltan menciones a diario en las redes sociales (es ahora la némesis televisiva de Pablo Iglesias), al que se agregó Gaspar Llamazares, calentando la mesa desde el minuto uno; y el propio Iglesias respondía muy en su línea a Cintora al poco. Las dos grandes privadas tenían, mientras, a sus damas y a sus engrasadas tertulias en ebullición. Pilar Cernuda subrayaba sus análisis en el Espejo de Griso; y Pedro Piqueras se sumaba con Ana Rosa (y su co-jefe, Juan Pedro Valentín, en Cuatro). Ambas enlaron con los informativos de las tres de la tarde.

Y La 1, qué pena, renqueante, la vinieron a salvar sus reporteros repartidos y rescató a la tempranera María Casado relevando al mediodía a Mariló Montero. Fernando Ónega se convertía en el patriarca, que también respondía por teléfono a Antena 3. Ibarra, un iracundo Revilla, Gabilondo, Pedro J, Guerra, Zapatero… se alternaban en una mañana de teléfono y protagonistas que tocaron pelo en esta época. En este tiempo anterior que empieza a ser pasado e historia por cada segundo que transcurre.